¿En qué está pensando el ministro Wert?
Eso he visto que se preguntaban algunos en Twitter estos días. Lo particular del caso es que, a diferencia de muchos otros ministros que tenemos y hemos tenido (salvo algunas notables excepciones, como Borrell), el ministro Wert tiene una relativamente extensa colección de artículos publicados.
De entre todos ellos, destaco el ahora relevantísimo La sociedad civil ante el gasto público escrito por él hace ya once años, mucho antes de que pudiese siquiera imaginar encontrarse algún día en su actual coyuntura. En este trabajo se plantea con datos del CIS en mano,
- cuál es la actitud de los ciudadanos frente a los impuetos,
- cómo perciben y cómo creen que debería ser el gasto público y
- cómo distribuyen sus preferencias en la asignación de recursos para los diferentes servicios públicos
Identifica por el camino cuatro grupos de ciudadanos usando métodos de clústering que etiqueta así: cumplidores responsables, liberales descreídos, estatistas e indiferentes descreídos.
En la sección final de conclusiones identifica las siguientes tendencias de opinión:
- Autopercepción favorable de la conciencia y responsabilidad social frente a los impuestos.
- Creencia de que los impuestos que se pagan son excesivos
- Consenso en que no se cobran con justicia y que la práctica del fraude fiscal está muy extendida.
- Apoyo a la necesidad de que el Estado gaste lo mismo o menos de lo que recauda.
- Rechazo a modalidades de financiación del déficit: endeudamiento y, especialmente, aumento de impuestos.
- Rechazo al recorte de presupuesto en prestaciones sociales y servicios públicos, con excepción del área de defensa.
Y el último párrafo del artículo es para enmarcar:
Las diferencias generacionales constituyen una variable de peso en las diferentes percepciones. Por ello se hace imprescindible pensar con especial atención en los más jóvenes. Los mismos se destacan en el perfil actitudinal que caracterizamos como “indiferentes descreídos”, cuyas características sobresalientes son: menor responsabilidad frente a los deberes como ciudadanos, creencia generalizada de fraude fiscal y menor conciencia de las consecuencias del déficit fiscal. Por ello es un público que va a demandar esfuerzos particulares.
A modo de colofón, agrego que un año antes, en el 2000, Wert había publicado otro artículo titulado Mucho mejor que no haya encuestas sobre cuya oportunidad me niego rotundamente a emitir jucio alguno.