Mapas, mapas, mapas... ¿y?
No paro de decir para mis adentros “¿y?” según hojeo el recién publicado Atlas de mortalidad en municipios y unidades censales de España.
En el prefacio del estudio se lee:
En sus páginas encontrará los reflejos de las construcciones sociales que condicionan las oportunidades de salud y bienestar de las personas, mostrando que el espacio para políticas de reducción de desigualdades sociales en salud es amplio.
Pues no, no encuentro reflejos de construcciones sociales. Lo que encuentro son áreas administrativas. Las construcciones sociales que ocurren dentro de dichas áreas administrativas brillan, si acaso, por su ausencia.
Más adelante, en la introducción el estudio dice:
El territorio, el espacio donde habitamos, determina, a través del medio ambiente físico, económico y político, pero también mediante el medio socio-cultural, la forma en que vivimos, los recursos y oportunidades con que contamos y, en definitiva, la mayor o menor posibilidad que tenemos de enfermar y de morir.
Y yo no me lo creo porque me asomo a la ventana, veo quién vive encima, debajo, tabique con tabique, etc. y constato que nos parecemos todos como las peras a las castañas. A saber: encima, dos estudiantes extranjeras; debajo, una señora mayor que vive sola, una vecina de toda la vida; enfrente, un italiano camarero en un bar de copas; en el cuarto, un abogado que escribe y autopublica libros sesudos; tras el medianil, una familia de una etnia cuyo nombre ignoro si es legal reproducir en público; al otro lado de la calle, una pareja de gays; etc. Lo siento, pero el territorio donde vivo no determina un carajo. Y creo que la experiencia es extrapolable.
Salvo aquellos que vivan en bocamina, cerca de una fábrica de amianto, o similares, se me hace difícil pensar en correlaciones fuertes (por no decir causas) entre coordenadas geográficas y la esperanza de vida de quienes las ocupan.
Pienso que existen variables más interesantes contra las que representar gráficamente las causas de muerte. Cierto que el INE, en sus censos de defunciones apenas guarda información distinta de la del sexo, edad y lugar de fallecimiento, que es la que han utilizado los autores.
¿Conceptos que faltan en el estudio? Pues por ejemplo, la palabra economía y sus derivados aparecen solo seis veces en 239 páginas. Dieta, ninguna. Ni educación. Ni tabaco. Ni droga. Ni…
Así que, en resumen, sí, bien, bonitos mapas, ¿y?