¿Cinco años y salen sin programar?
Sí, hay gente que pasa cinco años en una de esas instituciones encopetadas que son las universidades y sale de ellas sin saber programar.
Aquí va un ejemplo. Es un fragmento de un currículo que me ha llegado recientemente. El tipo es economista, graduado en uno de los departamentos de la materia más reconocidos de Madrid. Dice así:
Eso es todo lo que el tipo reconoce saber sobre algo parecido a la programación.
Recientemente tuve un intercambio de microideas (de las que se pueden resumir en 140 caracteres) con un antiguo colega que ahora da clases en cierta escuela de ingeniería de la provincia de una provincia. Vino a contarme que en su asignatura enseña Matlab y que a sus alumnos reciben formación en Pascal.
Señores, es muy triste. Es muy triste que haya gente con formación técnica (y por formación técnica me refiero a todo ese espectro que va desde la economía a la ingeniería pasando por las ciencias todas y que abarca incluso áreas de la filología, el periodismo y la biblioteconomía, traspasan, como se ve, la cada vez más caduca distinción entre ciencias y letras) que haya pasado cinco años en una docta institución dizque formándose y salga de ella sin saber entablar una conversación seria, de adulto, sin balbuceos, con un portátil.
Siempre me ha dado la impresión de que la universidad (al menos, la que mejor conozco) es muy eficaz para diseminar conocimiento acerca de asuntos que:
- Caben dentro de una asignatura
- Son examinables
Desafortunadamente, muchos de las habilidades y conocimientos necesarios para desenvolverse fuera de ella no cumplen ninguna de esas características. Por ejemplo, aprender un idioma (sirva este para comunicarse con personas o con máquinas).
Yo ya estoy viejo para eso y lo que hicieron conmigo en aquellos años míos de estudiante, quede como está. Pero si yo tuviese 23 años, hubiese pasado cinco en una universidad de primera, hubiese sacado buenas notas, etc. y las empresas mirasen mi currículo con el mismo escepticismo con el que leía yo ese con el que encabezo, le ponía una demanda del carajo (a la universidad).
Igual entonces se arreglaban las cosas.