La funesta manía de querer acertar
Vayan dos cosas por delante:
- Que la de pretender acertar es una perniciosa manía. Más loable es la de tratar de evitar un fallo catastrófico.
- Que recomiendo muy mucho seguir las cosas que hace Kiko Llaneras.
Dicho lo cual…
Kiko Llaneras ha estado elaborando predicciones del resultado de las elecciones en Cataluña durante la precampaña. Pueden verse aquí. El documento enlazado incluye una discusión de la metodología.
A diferencia de los más de los comentaristas, Kiko ofrece, más que pretendidas certezas, distribuciones. Tal y como hacen los que más saben. Es algo aplaudible.
Sin embargo, me desconcertó un poco el gráfico que publicó pasadas las elecciones bajo el texto “Estoy muy satisfecho con la predicción del modelo de encuestas”:
Cierto, las barras negras están, más o menos, en rango. A la predicción le sorprenden las sorpresas; ¡pero por eso lo son!
El problema del “acierto” en este caso es que la anchura de las distribuciones cubrían muchos escenarios cualitativamente muy distintos. Y muchos tipos de resultados posibles (e insisto, muy distintos cualitativamente) habrían podido merecer un “estoy muy satisfecho con la predicción” (y que algún gilipollas apostillara: “¿Qué número has comprado para el Gordo de navidad?”).
Que la incertidumbre sea amplia, que las distribuciones anchas, etc. es, simplemente, ley de vida. En este y otros contextos. Lo que no está clara en tales circunstancias es la definición misma del verbo acertar.