Queríamos desentrañar los misterios de las partículas subatómicas y obtuvimos una app para las carreras de caballos
La versión larga, en inglés y capada para quienes tengáis bloquador de publicidad es esta. La versión abreviada para el hombre ocupado de hoy en día (y con mis comentarios) es:
- Un tipo con mucha vocación estudia física y acaba en el CERN
- Trabaja en lo de la partícula de Higgs y obtiene peor de los resultados posibles: la partícula existe tal cual predecía la teoría
- Lo de la particulita queda ahí porque, desafortunadamente, no hay nada más que rascar
- Se acaban las subvenciones, las becas, etc. y todos los físicos vocacionales tienen que buscarse la vida
- El protagonista de nuestra historia fabrica apps de telefonillo para carreras de caballos
Mis comentarios:
- Que construir un acelerador de partículas es una forma muy poco económica de formar programadores de aplicaciones de telefonillo para carreras de caballos.
- Aun así, reconozco la función social de los megaproyectos tipo CERN: es similar al que conozco como externalidad positiva de las películas malas. Hay películas tan malas que uno piensa que por qué se hicieron en lugar de, simplemente, no haberse hecho. Sin embargo, esas películas horribles sirvieron mal que bien para dar de comer a maquilladores, asistentes de dirección, camarógrafos, etc. que tal vez luego pudieron participar en una película potable. De no haber sido por esas películas malas y por por culpa de eso de que a la gente le dé por comer tres veces al día, habrían acabado colgando lo bártulos y sirviendo cafés en un barucho. O diseñando apps de telefonillo para carreras de caballos.