Pesadumbre e incertidumbre desencadenadas
Hoy escribo afectado por un derrame de pesadumbre. Pero esa es solo una opinión que igual no importa nadie.
Estas del 8 de noviembre han sido las elecciones en que menos y que más caso he hecho de las encuestas electorales. Cansado del cada vez más monótono ciclo de que
- se publican encuestas electorales
- llegan las elecciones y el resultado no se parece en nada a lo dibujado por ellas y
- se reitera el mismo blablablá (en latín se dice excusatio non petita) que unos meses antes
he decidido esta vez dejar de prestar atención a algo que, se ha visto, no ha sido sino ruido. Les he hecho caso, sin embargo, al inclinarme a comprar con ánimo 100% especulativo unas accioncillas que hoy valen el 4% menos que ayer y el 2% menos que cuando las compré. ¡Contento me tienen los científicos de opinión pública y sus benditas batas blancas!
No obstante, me interesan más y estoy leyendo con cierto interés los análisis post mortem. Me recuerdan mucho a las excusas del paleta con el ducados en la oreja que les hizo una obra a unos amigos para unas obras en el sótano de un local. El presupuesto no paraba de crecer porque dizque había encontrado humedades (¿en qué sótano no hay?) y otras contingencias perfectamente previsibles e indefectibles apenas se rasca el yeso.
Aunque sepa que vienen calco de los de siempre. Porque es como volver a escuchar esto: gusta y no empalaga. Gusta y no empalaga oír hablar, esencialmente, de la infraestimación de la incertidumbre. ¡Incluso del primo gringo del rumano de la fragoneta! Esperad (vosotros; yo ya no) que para las próximas, sean más humildes, se acuerden a su hora de que igual saben menos de lo que usualmente pretenden y lo reflejen en sus predicciones ensanchando adecuadamente sus sigmas.
Y ahora, un colofón serio: hace unas semanas el NYT publicó este artículo. Mencionaba cómo habían dado a cuatro equipos de politólogos los mismos datos (relativos a las elecciones recién pasadas en Florida) para que realizasen sus predicciones. Solo el equipo de Corbett-Davies, Gelman y Rothschild dio por ganador a Trump. Interesantes (y premonitorios) los comentarios de Gelman al respecto: sesgo, como siempre, sesgo.