¡Terror! ¡Las máquinas nos van a quitar los trabajos! ¡Oh, oh, oh! ¡Uh, uh, uh!
Habréis leído por ahí relatos apocalípticoides sobre un futuro gris en el que las máquinas nos dejarán sin trabajo. Clic. Otra gente memos agorera opina que, más que trabajos, la máquinas eliminarán tareas (i.e., partes aburridas de los trabajos).
No voy a hablar de unas señoras, muy funcionarias ellas, clic, que conforman el Registro (con mayúscula) de cierta institución pública en la que tuve que depositar una factura impresa, firmada a mano y por duplicado recientemente. Y cuyo trabajo consiste en sellar la factura, meterla factura en la carpeta correspondiente, clic, y esperar a que un bedel la lleve al despacho donde seguirá el trámite. Hoy no.
Voy a hablar de un reciente proyecto de Circiter S.L., al servicio de Vds., clic, que describo en los siguientes, clic, párrafos.
En la etapa pre-Circiter, muy temprano por la, clic, mañana, llegaban unos correos eletrónicos. Alguien (que debió, clic, acreditar muy avanzados estudios) los descargaba, clic, los insertaba en un Access (clic, clic, clic, clic) hacía clic en un enlace directo en el escritorio y esperaba una hora (durante la cual aún tenía, clic, que hacer clic en algún sitio). Luego buscaba los resultados, clic, en una carpeta compartida, copipegaba un correo electrónico de ayer, clic, modificaba lo que había que modificar, clic, y lo enviaba a nosequiénes, clic (que pasaban mucho de ello, aunque eso sea otra historia). Menos los miércoles, que había que hacerlo dos veces.
Ahora todo es automático. La persona a cargo de los clics puede dedicarse a labores de más enjundia. O a la mendicación, según los agoreros, claro. Igual el futuro va a ser oscuro porque nadie va a poder ganarse el pan haciendo clic muchas veces (y los miércoles, por partida doble). Igual nuestro proyecto tiene una oscura y reprobable lectura moral.
Pero cuando leo a los agoreros, automáticamente me viene a la cabeza nuestro proyecto y no puedo dejar de pensar: ¡amén!