A mayor efecto (sobre todo, si es novedoso), mayor escepticismo
El NYT resume un artículo recentísimo sobre esas cosas que preocupan tanto en EE.UU. y que viene a decir, en términos sucintísimos, lo siguiente:
- A los niños negros les va mucho (mucho, mucho: el efecto tiene una magnitud enorme) peor en la vida que a sus equivalentes blancos independientemente de la clase social, riqueza del hogar y otros factores predictores del éxito.
- En cambio, el efecto de la raza es inapreciable para las niñas.
Hoy todo el mundo habla del asunto. Y lo da por bueno. Pero yo advierto un elemento de sospecha: que un efecto tan, tan grande no haya sido advertido antes. De hecho, los comentarios que he leído sobre el estudio tienden a conjungar verbos como contradecir, utilizan expresiones como echar por tierra, etc.
Pero el mundo no funciona así. Generalmente, los efectos grandes cantan. Luego, alguien va y los mide.
Hay efectos tan abrumadoramente grandes que nadie se ha planteado siquiera la necesidad de corroborarlos con un estudio al uso: p.e., el del efecto sobre la supervivencia que tienen los paracaídas en los aficionados (u obligados) a bajarse de aviones en marcha.
Otras veces se aprecia una relación tan, tan fuerte entre dos variables (p.e., gripe y mortalidad) que, de importar, se le encarga a alguien medirlo. Se sabe que ocurre y simplemente, interesa cuantificarlo.
Existe una industria (académica) en eso de buscar efectos minúsculos e irrelevantes basados en ocurrencias y tal: unos escriben algo, otros replican o tratan de replicar, escriben sobre si la cosa replicó, etc. y se entretienen a costa de los presupuestos del estado. Pero esa es otra historia.
Pero este tema de hoy es distinto. Se trata de un efecto que nadie parecia conocer antes y que alguien, en secreto para no hacer saltar la pájara, ha medido y, voilá, lo ha dejado caer como una bomba. Es como si mañana se publicase que la mitad del exceso de mortalidad invernal es producto de una reacción alérgica al aparentísimamente inocuo borreguillo.
Así que mi apuesta personal es que pronto habrá de llegar la rebaja. Si un efecto tan grande ni se vio ni se sospechó es, probablemente, porque no existe.
Así que esperad y no vengáis a quemar los contenedores de mi barrio todavía.