Ocurrencias: cuotas de gente de letras en la "ciencia de datos"

Cada vez me dejo ver menos por Meetups y similares. Pero el otro día no pude decir que no a pasar por un evento organizado por la gente de Politikon sobre el futuro del trabajo, el trabajo del futuro y otras cosas que no vienen al caso.

(No viene al caso pero lo resumo: acerca de la tecnología y su efecto en el trabajo en el futuro hay dos visiones contrapuestas: la de que dejará una masa enorme de desocupados y la de que no. El ponente era partidario de la segunda. Pero como sobre eso hay tanto escrito, mi posteriori movió mi priori —que era, a su vez, posteriori de muchas otras lecturas— un milímetro a la derecha.)

Y no hubiese hecho mención a la charla si no hubiese sido por la deriva hacia el papel de los datos y su ciencia en ese futuro que tantos temen. Un tipo que se presentó, además, como informático, lanzó la ocurrencia, que fue recibida con manifiestos gestos de aprobación por unos asistentes claramente usuarios de Windows 7 y ratones inalámbricos: hace falta incrustar (sí, como los periodistas en las campañas militares) a gente de letras en todo el mundo de la ciencia de datos.

Pero no, al parecer, de la manera en que se ha defendido en estas mismas páginas. Por ejemplo, aquí, cuando hablé de árboles rápidos y frugales. Su razón de ser es, precisamente, que a pesar de ser generalmente mínimamente menos eficientes que sus primos codiciosos, su mecanismo refleja mejor la toma de decisiones por parte de usuarios no técnicos (p.e., médicos), por lo que podrían ser mejor recibidos. Igualmente defiendo a capa y espada la orientación al usuario y no únicamente al producto de muchos desarrolladores y el papel que en ello desempeñan sicólogos, diseñadores, etc.

Pero no. Al ocurrente le parecía fatal que fuese una máquina la que analizase radiografías y desplazase en esa tarea al médico, por mucho que aquella pudiese detectar mejor que este cánceres y demás. ¡Y todo el mundo parecía estar de acuerdo! Que no podemos dejar en manos de máquinas decisiones que afecten a la vida y la muerte de las personas. ¡Y más muestras de aprobación!

Lo que de todo aquello colegí es que hay gente que piensa que los técnicos somos gente amoral, capaces de tirar una bomba atómica sobre una ciudad japonesa por ver hasta dónde llega el hongo o abrir en canal a un niño para ver qué tiene dentro. Y, justamente por eso, necesitamos a gente versada en idiomas extintos, exégetas de Duns Scoto, expertos en la diplomacia económica española en el primer decenio del siglo que corre, etc. entreverados en los equipos de ciencia de datos para sujetarnos, que no cometamos maldades y bajo ningún concepto se nos ocurra denegarle la hipoteca a un oprimidito a golpe de XGBoost.

Lo escribo, no más, para que sepáis que esa gente existe y lo que opina de vosotros.