Sartenes e ideologías
Si alguien me hubiese preguntado hace 15 años qué era para mí una sartén, le habría contestado: “un utensilio para hacer paellas”. Efectivamente, hace 15 años yo hacía unas paellas (y muy ricas, además) en una sartén. Y todos tenéis en mente la pregunta que debiera haberme realizado mi interlocutor.
Dejemos la gastronomía.
Hace unos días estaba viendo una entrevista en Youtube. El entrevistado se había declarado seguidor y partidario de una ideología (a la que me referiré como X porque no viene al caso identificarla) y el otro le preguntó: ¿y qué es para ti X? Y dijo algo parecido a lo de mi sartén: una herramienta para entender e interpretar el mundo. ¡Y nadie, nadie, nadie le hizo la pregunta obligatoria! Es decir: ¿y te parece X la herramienta más adecuada para entender e interpretar el mundo?
Lo de la ideología no es mi departamento. Pero lo de entender e interpretar (estrechas parcelas de) el mundo sí. Y no puedo evitar hacerlo trayéndome de casa mis prioris personales. Pero el mundo es cabezón y me obliga a descartar herramientas de interpretación una tras otra.
Lo curioso de la cosa es que la ideología X tiene una muy larga tradición de crasos errores de comprensión e interpretación de la realidad. Hay gente que la critica diciendo que es incapaz de realizar predicciones medibles y contrastables (en el sentido de ser aceptadas o rechazada experimentalmente). Pero lo cierto es que con esa ideología en particular (esto aplica a X y no en general a todas) han venido realizándose miles de predicciones y una tras otra han resultado fallidas. No goza ni siquiera de la excepción que confirme la regla.
A diferencia de mi sartén, por supuesto.