¿Tiene sentido plantearse un objetivo que no se puede medir?
Por ejemplo, el de la igualdad. Aquí un artículo en el que se dice que no y otro del mismo autor en el que se dice que sí (parece que todo se reduce a cuestiones metodológicas).
Este tipo de cuestiones suelen zanjarse creando una metodología y encargando al INE su seguimiento. El INE, entonces, define desigualdad (para el caso) como aquello que mide nuestra metodología de medición de la desigualdad (fenómeno que llaman reificación y que consiste en sustituir la sustancia por el método). Lo mismo pasa con el desempleo, el PIB y tantas otras magnitudes.
Y la pregunta sigue en pie: ¿tiene sentido plantearnos objetivos que no sabemos siquiera medir?
Nota: Este texto lo escribí cierto tiempo atrás, antes de haber comenzado a leer Seeing Like a State, un libro cuyos resúmenes son mejores que él mismo y que arroja luz, mucha luz, sobre el problema y que ofrece una visión alternativa sobre el espinoso asunto de la reificación.