Google vs Goodhart vs GPT-n vs el nuevo (y desconocido) equilibrio
Supe de un nuevo buscador de internet llamado Google posiblemente en verano de 1998. Leí sobre él en una revista de informática de la biblioteca pública que aún subsiste delante del lugar donde estaba pasando las vacaciones. Escribí “G-O-O-G-L-E” en un papelito para no olvidar esa extraña secuencia de caracteres y, días más tarde, en un cibercafé, la probé por primera vez.
Supimos pronto que el nuevo buscador, mucho mejor que los entonces existentes, implementaba un nuevo algoritmo, infinitamente más eficiente que los del resto.
Goodhart
Un modelo adecuado describe correctamente el mundo. Un modelo exitoso lo cambia. Google fue adecuado, primero; exitoso, luego. Sirvió para encontrar aquello que buscábamos, primero. Pero acabó cambiando la forma de aquello que buscábamos luego.
Existe una manera de escribir —¿un neogénero cacoliterario?— que consiste en escribir para Google. Consiste en dar una forma tal al texto que satisfaga más al buscador que al lector. En particular, añadiéndole información trivial, redundante, innecesaria, aburrida y que, al final, hace decrecer el valor de la página a la que se acude en busca e información.
Yo lo llamo googletext o taradografía según el contexto.
GPT-n
¿Qué si, al hacer una búsqueda, GPT-n es capaz de resumir lo que es verdaderamente relevante en las páginas en cuestión? De entrada, no habría necesidad de acceder a las páginas subyacentes: el algoritmo descartaría la hojarasca automáticamente y nos ofrecería las ideas relevantes sin necesidad de aceptar cookies (¡gracias, siempre benemérita UE!), hacer scroll para saltar los google-cebos, volver a hacer scroll para saltar la publicidad, etc. y llegar a una esquinita cerca del pie de página donde se esconde el pequeño átomo de información detrás del que estábamos.
¿Cómo será el nuevo equilibrio?
Obviamente, no era la intención de Google de que el texto para internet acabase pareciendo la obra de un tarado. Google quería otra cosa. Google quería medir la temperatura sin que el mismo termómetro alterase el equilibrio térmico. Pero obtuvo ración y media de efectos inesperados.
GPT-n podría poner fin al googletext. Pero igual que la intención original de Google no era encumbrar al más tonto de la clase, bien podría suceder que la realidad de las cosas que hayan de llegar acaben enfriando nuestro entusiasmo por los resúmenes de GPT-n. A saber qué pasará y de qué acabaremos quejándonos. Aunque mejor pronto que tarde.