Cairo

Una revisita a "El arte funcional"

Hace casi precisamente un año escribí sobre El Arte Funcional, un libro muy recomendable de Alberto Cairo.

Hice una crítica sobre una de las secciones del libro:

La sección dedicada a la cognición transita desde la morfología y fisiología del ojo (y del cerebro) hasta cuestiones sicológicas relativas a la percepción. Al final, las formas y colores de los gráficos son alimento estos órganos que, aunque de una asombrosa capacidad, incurren en ocasiones en errores de bulto. El que cierto tipo de representaciones gráficas (como estas) engañen al ojo no se debe a que los datos subyacentes mientan ladinamente. Se debe a que la combinación de formas y colores confunde al cerebro por causas que solo cabe buscar dentro de él.

El arte funcional: una revisión personal

Leí El arte funcional de Alberto Cairo y he aquí finalmente mi visión, muy personal, sobre el libro.

Confiesa su autor ser un curioso, excesivamente curioso en ocasiones, en las primeras páginas del libro. Yo también lo soy. Y todos los que compartan con nosotros este vicio encontrarán en el libro una pequeña joya: historia, sicología, fisiología, cartografía y muchas otras disciplinas aparentemente dispares que informan el campo de la visualización de datos se dan cita en sus 250 páginas.

El arte funcional

Hoy no voy a escribir una entrada propiamente porque me acabo de comprar El arte funcional y voy a estar entretenido devorándolo estos días. 

Eso sí, ya tengo anotada en la primera línea de la página 18 una errata que aún no aparece en la lista que de ellas mantiene el autor, Alberto Cairo: se refiere al índice de Gini como índice de GINI, como si este no recibiese su nombre del estadístico italiano Corrado Gini y se tratase de las siglas de alguna cosa.

Vídeos de las charlas de Alberto Cairo y Alberto Alcaraz

Diríase que estos días no escribo de otra cosa. Pero como que toca. Ya cambiaré de cuerda.

En realidad, hoy debería haber escrito sobre unas conferencias de MicroStrategy a las que acudí ayer “para hablar de mi libro”, es decir, dar la tabarra a empresas que usan, más o menos subrepticiamente R en sus productos para que sepan que existe una asociación de usuarios en ciernes y, con un poco de suerte, aflojen algún billete. Porque, aparte de eso, sólo pude constatar que la parte relevante del empresariado español no lee a Tufte.