Mi querido colega de Iberia:
Te escribo desde Zúrich. Tenía, o eso creía yo, un vuelo a Madrid esta tarde. Pero al llegar al aeropuerto, no constaba en la lista de viajeros. El motivo figura en una subsubsubpágina de vuestro portal: si un viajero pierde el vuelo de ida, como me ocurrió el lunes pasado, se cancela automáticamente el de vuelta.
Como tú también has viajado mucho, podrás imaginar lo que ha sucedido en el aeropuerto: paseos de mostrador en mostrador hasta recibir una oferta rayana en impuesto revolucionario: me han ofrecido uno de esos asientos vacíos por un precio que, lo siento, no estoy dispuesto a pagar. He vuelto a casa y he comprado un billete a la competencia: volaré desde Basilea, la ciudad de nuestros bienamados Bernoullis, el sábado a las 6:10 AM. Viajaré en último tren del viernes y mataré el rato en el aeropuerto como cuando estudiante.