Mala Ciencia

El fraude de Lemús aún adorna las memorias del CSIC

Un tal Lemús, del CSIC, hizo avanzar su carrera científica inventando datos hasta que lo pillaron. Hasta 13 retracciones lleva el pillo. En particular esta.

Que es relevante porque aún adorna la memoria del CSIC de 2010 (pág. 256) y suma a la lista de méritos (sección de publicaciones de alto impacto) de la institución en tal año.

¿Nadie edita ese tipo de cosas? ¿Ni por principios básicos de higiene?

La viejunísima escuela

Leí esto. Me asaltó la pregunta obvia, la manifiesta, la fundamental, la sine qua non.

Si queréis, echadle un vistazo y podréis descubrirla por vosotros mismos. Y para evitar el spoiler de un golpe de vista involutario al párrafo siguiente, intercalo la foto de un lindo gatito.

Pues sí, el señor Escohotado afirma que:

En el año dos mil tres un profesor de Harvard, McCormick, un medievalista, digitalizó, escaneó todos los documentos medievales del siglo VI al siglo XIII, los pasó por un programa adecuado y les preguntó cosas tan sencillas como ¿cuántas veces aparece la palabra “negotiator”?

Vampírico como antónimo de empírico

No es exactamente un antónimo, aunque esté más alejado de lo empírico que el de libro, i.e., teórico.

Vampírico es un argumento (o hipótesis, u ocurrencia) al que no consigue matar la mera evidencia.

Para usos, orígenes y ejemplos, véase esto.

Predecir a los predictores por incordiar

Sirve esta entrada para hacer saber lo fundamental del trabajo de fin de master (TFM en lo que sigue) de Susana Huedo (que busca trabajo y es una chica muy sabida, aplicada y espabilada) en el CIFF. Los TFM que propongo y acabo supervisando jamás tienen vocación de criogénesis anaquélica. A Susana le sugerí un tema muy punk y con recorrido: [tratar de] predecir a los predictores. Fundamentalmente, para joder.

Los chefs de encuestas electorales tienen dos discursos —uno previo y otro posterior a la publicación de los resultados—, una serie de recetas y datos que solo excepcionalmente publican. Dirán que se ciñen a una metodología científica, etc. Literatura.

El señor de las ondículas

Un enanito encuentra un anillo. Eso le lleva a abandonar la comodidad de su Comarca para comenzar la más trepidante de las aventuras que le conducirá a salvar el mundo.

Un matemático encuentra unos papeles abandonados en una fotocopiadora, coge el primer tren para visitar a los autores y consigue transformar la sociedad: gracias a él, podemos ver imágenes de nuestros páncreas en los hospitales.

Eso nos cuenta el primer párrafo de esto, que dice:

Y mientras tanto... nos roban la cartera

Hablamos de ondículas.

Hablamos de datos abiertos.

Hablamos de cómo usar la semilla como hiperparámetro para mejorar una diezmilésima el RMSE.

Hablamos.

Mientras tanto, la mano es más rápida que el ojo, el ojo es más lento que la mano, ¿dónde estará la bolita?, ¿dónde estará?, porque la mano es más rápida que el ojo… Y en esas, el cuñado de fulano nos saca inadvertidamente cuarenta kilos de la cartera.

Con este viejo truco:

He visto que eran de la Rey Juan Carlos y hasta ahí he podido leer

Hojeando la prensa no he podido sustraerme al discreto encanto del titular El ‘pucherazo’ del 36. El texto que encabeza habla, parece, de un libro homónimo en el que se da cuenta del presunto fraude en las elecciones generales de 1936. Los autores, según la entradilla, son [d]os historiadores, [que] tras cinco años de investigación, aportan las cifras y las pruebas del desvío de votos.

Todo bien, más o menos interesante mientras no puedo hacer otras cosas más enjundiosas, hasta que llego al párrafo, tercero, en el que me entero de que los dos autores son de la Universidad Rey Juan Carlos. Y dos cosas me han sucedido automáticamente. La primera, es que he dejado de leer con un gesto entre el asco y el disgusto, como el de que encuentra un pelo en los macarrones.

Vivimos en un mundo opaco e interconectado

Vivimos en un mundo opaco: como en los cuentecillos de Asimov, somos usuarios de tecnologías que ni conocemos ni controlamos. Parametrizamos nuestras máquinas y las echamos a correr. Poco más podemos hacer que fiarnos de quienes nos las proporcionan.

Luego pasan cosas como que, de repente, resulta que Stan, en las últimas versiones, ha estado produciendo muestras sesgadas. ¿Qué resultados condicionará eso río abajo?

Un caso mucho más famoso es el de la resonancia magnética (fMRI): un error en el software concomitante pone bajo sospecha hasta 40000 artículos sobre estudios del cerebro. Precisamente, por lo mismo.

Es imposible enseñar nada a alguien cuyo sueldo depende de no aprender

O algo así reza una cita que no ubico. Viene a cuento de un artículo que se acaba de publicar en Nature, A manifesto for reproducible science, que se resume así:

  • Los científicos son gente extraordinaria que persigue honrada y abnegadamente el ensanchamiento del saber humano.
  • No obstante, están produciendo toneladas de mierda.
  • Pero no lo hacen consciente o malintencionadamente; lo hacen porque no saben.
  • Si se equivocan, además, es por culpa de la sociedad, que los incentiva torcidamente.
  • Si los científicos se toman la molestia de aplicar una serie de medidas que propone el artículo, producirán menos mierda.

El problema es que la ciencia se paga como la ropa vieja: al peso. Dígase lo que se quiera, pero luego, lo que ufana a científicos, universidades, centros de investigación e, incluso, países, es el número bruto de artículos publicados: de ellos dependen trienios, sexenios, anecas, proyectos, becas, rankings y demás.