Patentes

Cómo recompensamos a los creadores de ideas y algunos asuntos más

Comienzo con tres artículos recientemente sobre un mismo tema: los problemas de los que adolecen las estadísticas públicas y las dificultades que ello supone para la gestión económica. Uno de ellos es este, en el que se da cuenta de la creciente desconfianza de los economistas de muchos países en los resultados de las encuestas que publican los órganos estadísticos. Apunta a dos causas: la infrafinanciación de la función estadística y a la desconfianza de la población, manifestada en el derrumbe de la tasa de respuesta en las encuestas. El segundo se refiere a problemas específicos en el cómputo de la tasa de inflación en Argentina provocados por la flagrante desactualización de los ítems de la canasta de referencia. El tercero abunda en las sutilezas del proceso de actualización de dicha canasta.

Españoles hererodoxos (¿outliers patrios?)

Esta pretendía ser una entrada seria que guardaba en recocina desde aquella mala hora en que me pregunté qué había hecho el CSIC por mí. Pero salió bufa. A pesar de eso, acabó entroncando con dos de mis otras aficiones: las vidas y costumbres de los españoles heterodoxos y los fenómenos que suceden a muchas sigmas de las medias.

Fue en este punto,

patentes

donde comenzaron a desviarse (o divertirse, en sentido etimológico) mis pesquisas. La anterior captura está extraída de la memoria anual de 2013 de la Oficina Española de Patentes y Marcas. Y, por si alguien no lo ha advertido, en la lista figuran dos señores con más patentes que cualquier universidad española.