Sobre lo de Cambridge Analytica
Ni de lejos mi tema favorito. De todo este tinglado de la práctica comercial de la ciencia de datos, lo que tiene como sujetos a sujetos de carne y hueso es lo que menos me atrae. No quiero saber nada sobre escarbar en Twitter, Facebook o Linkedin. Me aburre soberanamente todo lo relativo a las leyes de protección de datos y trato en la medida de lo posible mantenerme al margen de discusiones sobre privacidad, big data y similares, que son puros contrastes de ocurrencias.
En la puerta de mi jardín privado hay un cartelón gigante donde se lee: ATARAXIA. Que viene a significar: pasa de todo. Pero hasta su frondosidad ha llegado el runrún de lo que ha acaecido alrededor de Cambridge Analytica y no he podido evitar que se me ocurran cosas al respecto. Si tengo paciencia, dejaré aquí escritas algunas.
Parece que lo que levantó la perdiz fue este programa de Channel 4:
En él se yuxtaponen dos dimensiones o líneas de actividad de Cambridge Analytica. Por un lado, todo lo que tiene que ver con datos, microsegmentaciones, uso de redes sociales, y demás, para influir en el comportamiento de la plebe, que es lo más interesante y sobre lo que volveré. Por otro, estrategias mucho más cinematográficas para comprar y vender voluntades que incluyen prostitutas ucranianas y sobres con billetes.
Lo peculiar del caso, tal vez producto de las técnicas periodísticas y cinematográficas del documental, intencionadas o no, es que la reprobación moral que al vez merezcan esas últimas tácticas tan de película de James Bond se haya extendido a las primeras. Si su intención era que lo de las ucranianas sirviese como catalizador para hacer estallar la indignación acerca del uso de técnicas basadas en la explotación de datos en procesos electorales y demás, habida cuenta de las repercusiones, lo han logrado muy eficazmente.
Porque no es la primera vez que se escribe abiertamente sobre las prácticas datísticas de Cambridge Analytics. Hace poco más de dos años, en diciembre de 2015, The Guardian publicaba Ted Cruz using firm that harvested data on millions of unwitting Facebook users y donde se da cuenta del robo de información de perfiles de Facebook, de todo lo relacionado con la microsegmentación conductual, etc. por parte de Cambridge Analytica y nadie hizo, a falta de la nota de color de las ucranianas putas, puto caso.
Esta vez todo es mucho, mucho, incomparablemente, y cómo se atreve Vd. a discrepar, peor. Pues mire, señora mía, no; quien escribe se indigna cuando le da la gana y no cuando cuando al que monta documentales en Channel 4 le da por tocar la campanilla de Pavlov.
Y sigo sobre el asunto de las empresas que captan datos de redes sociales, microsegmenta, preparan contenidos específicos para sujetos concretos, etc., sea para influir en elecciones, vender cachivaches o lo que sea.
La primera consideración es que cuando uno quiere hacer algo reprochable o ilegal, lo hace de manera encubierta. Nadie publica en el periódico que quiere robarle el bolso a una vieja. Nadie da charlas contando sus planes para atracar un banco. Pero la gente de Cambridge Analytica sí que lo hacía. En On wealth and the diversity of friendships: High social class people around the world have fewer international friends, los autores, uno de los cuales está vinculado a Cambridge Analytica, se lee:
In Study 2, we extended these findings to the global level by analyzing country-level data on Facebook friends formed in 2011 (nearly 50 billion friendships) across 187 countries.
Eso sí, se dice que esos datos, que se cedieron solo para este estudio, se quedaron pegados en el disco duro de alguno de los autores y luego afloraron en otra parte para ser usados para otro fin (sin el permiso específico de los sujetos, se entiende).
No obstante, lo que le permitía microsegmentar a Cambridge Analytica era lo publicado en Private traits and attributes are predictable from digital records of human behavior y resumido aquí. Esencialmente, un mecanismo que permite recomponer el resultado de sesudos cuestionarios sicológicos a través de los likes de Facebook. Seguramente, crudo y sin validez clínica; pero suficiente para fines publicitarios o propagandísticos.
Lo cual habla de las habilidades técnicas de nuestros colegas de Cambridge Analytics. Dejando de lado las cuestiones éticas (que, sin duda, nos recordará algún neomeapilas en los comentarios), esa gente parece buena de cojones. Infinitamente mejor que los que proyectan cosas similares sobre el papel y lo más que consiguen es un baneo en LinkedIn (¿cuántas veces lo he visto ya? ¿tres? ¿cuatro?).
Lo cual hila con la segunda consideración: he asistido e incluso participado en innumerables proyectos en los que se pretendía hacer algo similar a lo que vendía Cambridge Analytics. No voy a apuntar con el dedo, pero quien tenga acceso a mi currículo, sepa que son responsables casi todas las empresas que ahí aparecen.
Me pregunto si quienes participaron en esas cosas se estarán ahora rasgando las vestiduras. Me consta que alguno sí. Un motivo más para no sumarme al coro de los indignados: está lleno de ignorantes (muchos de ellos, justificadamente: estos temas son técnicos y complejos y no les queda más remedio que opinar por lo que se les cuenta) y de hipócritas.
Y la última consideración es que partidos políticos españoles ya están haciendo pública y abiertamente campaña con técnicas similares a las de Cambridge Analytica. En El PSOE ya cuenta con una nueva arma secreta se da cuenta de una herramienta del antedicho partido, BLOISE de nombre, que usó, usa o usará información aparentemente a nivel de sección censal para optimizar sus campañas. Y es todavía más delicioso el artículo PP y PSOE darán la batalla electoral en las redes reforzándose especialmente en Facebook donde ya se menciona la manida red social y donde se encuentran parrafitos tan deliciosos como:
Así, si un grupo está interesado en, por ejemplo, medidas que afectan a los celíacos, se dirigen hacia él las propuestas sobre esta cuestión y ellos mismos lo harán llegar a sus seguidores interesados en este asunto y así sucesivamente.
Pero, ¿cuándo fue la última vez que diste permiso al PSOE o al PP para que usase la información de las redes sociales para sus campañas electorales? Hummmm…
En fin, puesta esta deslabazada entrada en contexto:
- Lo de Cambridge Analytica no es nada nuevo bajo el sol, nada que no se supiese.
- Lo curioso del caso es la indignación que ha suscitado.
- Y todavía más curioso es descubrir entre los indignados a gente que ha vivido de pretender saber hacer precisamente el objeto de su indignación.
Finalmente, sobre lo que pasará, me aventuro a hacer varias predicciones:
- A la gente le irán importando cada vez menos estos asuntos: se acostumbrará a vivir en un pueblito digital con poca privacidad.
- El hueco que deje Cambridge Analytica será ocupado por otras empresas similares pero con un perfil más bajo.
- Habrá regulación sobre los asuntos relativos a la privacidad, pero servirá principalmente a los intereses de los principales actores actuales (Facebook, Google, etc.) impidiendo de facto la emergencia de competidores.
- La regulación será más potente en Europa que en EE.UU. porque aquí ni hay ni se esperan empresas con esas características y jamás se ha regulado para quien a lo mejor un día vendrá; la regulación es siempre producto de los que ya están sentados a la mesa.