Números

¿Cuánta información hay en el mundo?

Este documento consta de 2232 caracteres. Al escribirlo, he incrementado la cantidad de información disponible en el mundo en 2232 bytes. De haber empleado dicho tiempo en tomar una foto al sol poniéndose con Carabanchel como horizonte, la habría incrementado en unos 100 Kb.

Quien compone una canción, la incrementa en unos 4 MB. Y así, todos, diariamente, al escribir un correo electrónico, al hacernos una radiografía, terminar ese dichoso informe, o, incluso, comprar con la tarjeta de crédito incrementamos –consciente o insconscientementemente– dicha cantidad de información.

¿153 días de verdad de la buena?

Hoy he encontrado una cifra en el periódico: 153 días. Se refiere al tiempo que presuntamente tarda un aerogenerador en producir la energía que consume su construcción.

Como curioso que soy, por el interés que tengo en la materia y porque nunca, nunca, nunca me creo un número que veo publicado, he hecho algunas comprobaciones por si el autor me trataba de colar un bulo. Es que, además, me ha sorprendido la cifra por pequeña, por demasiado favorable a la causa de las energías renovables cuando, años atrás, hablando del tema con mi antiguo profesor de física, habíamos llegado a una conclusión bastante distinta haciendo cuentas en la servilleta del bar.

Contándoles las papelinas a los "expertos"

Hace un tiempo leí un resumen de un libro sobre la fiabilidad de las predicciones de determinados expertos: a toro pasado se las comparaba con los sucesos reales para ver en qué medida habían resultado acertadas. Las conclusiones pueden encontrarlas mis lectores en cualquiera de los dos enlaces anteriores.

En España, ahora, contamos con una página que compara las previsiones realizadas por diversos institutos económicos con los valores reales de las magnitudes que con tanto dispendio de recursos y fanfarria de medios publican de vez en cuando. Está sobrada de efectismo y algo falta de legibilidad, pero no puede ser más oportuna.

Exagerados

Gracias a la entrañable huelga del Metro de Madrid (digo entrañable porque espero que sea la última y la recordemos con añoranza cuando los conductores de carbono hayan sido sustituidos por otros de silicio más diligentes) he terminado de leer este libro. Podría decir muchas cosas sobre él, pero me centraré en un párrafo que aparece en la página 333 de la edición española de Paidós (de la reedición de marzo de 2010, por referencia). Se trata de una cita del libro Silicon Shock de un tal Goeff Simons, escrito en de 1985 (atención a la fecha!) que dice así:

De números y funcionarios

El otro día apareció una noticia en El País sobre los funcionarios en España y el resto de Europa, en el que aparecía este gráfico.

Como me resultaron curiosos los datos relativos a nuestros vecinos, me entretuve en sacarles algo de punta. Así que fui a la Wikipedia y asocié a cada país su renta per cápita PPA (son datos del 2008, creo) y obtuve esto:

Funcionarios en Europa según PPA

Por respeto a la sagacidad de mis lectores (por ser lectores y míos los entiendo bien armados intelectualmente) me abstengo de realizar comentarios.

Números estadísticamente transcendentes

Mi reciente lectura del libro La política de los grandes números de Alain Desrosières y la más accesible de El triunfo de los números me animaron a comenzar una serie de artículos sobre números, sobre la descripción del estado de las cosas vistas a través de los números, la novedosa —que lo fue hace mucho, pero tampoco demasiado, tiempo atrás— perspectiva de interpretar los fenómenos a partir de números, que devino en la disciplina que conocemos como estadística.

La varianza y cifras macroeconómicas

De la pobre varianza sólo se acuerdan los vándalos: el historial de su página en la Wikipedia refleja la incesante actividad de unos cuantos desaprensivos empeñados en sustituir su definición o propiedades por declaraciones de amor perpetuo a sus novias circunstanciales u otras lindezas.

De la varianza se acuerdan los vándalos pero es ignorada por políticos, periodistas y quién sabe si también economistas. Ni aun estoy seguro de que de ella se acuerde el INE. El hecho es que las cifras macroeconómicas que se publican periódicamente (desempleo, crecimiento del PIB, etc.) nos son dadas como si de verdades reveladas se tratase y sin el muy conveniente aderezo de algún tipo de medida de su nivel de fiabilidad (varianza o similar). Luego, a toro pasado (en ocasiones, a toro lidiado, cocido en caldereta, comido, digerido con café, copa y puro y defecado), aparecen revisiones de las que ya nadie da cuenta. En fin.