Tiene que ver mi entrada de hoy con Why did Big Data fail Clinton?, que trata de lo que el título indica: toda la tontería que se ha escrito de Cambridge Analytica. Enlazo todo lo demás, por otro lado, con el nóbel de economía de 2016 (Hart y otro).
¿Por qué? De acuerdo con lo que muchos han escrito, una empresa de siete friquis en el Reino Unido con acceso a los likes de 50000 donnadies y poco más tienen poder para quitar y poner reyes con unos cuantos clicks.
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Hoy hablanban del último barómetro del CIS y han tenido la gentileza de mencionarme:
La entrada a la que hacían referencia es esta (a la que tal vez alguien, a quien le corresponda y dada su importancia, debería sacar más punta).
No obstante, el mismo episodio de @politibot incluía
que es un gráfico que, cuanto más miro, menos entiendo: ¿qué barras son las que deben sumar 100%?
Una malhadada fisura en la rótula me ha tenido boca arriba más horas de las habituales durante el último mes. Por evitar el aburrimiento, no me ha quedado otra que interponer una tableta entre cara y techo de la que leer más o menos desordenadamente. Uno de los volúmenes que ha devorado mi sobrevenida afición por la lectura ha sido Liberalismo, de von Mises.
[Llegado a este punto, me ha dado la sensación de tener que justificar por qué he leído ese y no otro libro.
Me encanta la confianza torera en las encuestas. Ayer domingo se publicaron, que yo sepa, dos sobre lo mismo:
El PSOE se atasca tras las primeras decisiones de Pedro Sánchez Sánchez impulsa al PSOE (25%) al mejor resultado desde la irrupción de Podemos Los comentarios, a la discreción del lector.
Leo a Tyler Cower escribir cómo los republicanos [de EE.UU.] han caído en el lado malo de la lógica de la teoría de juegos dos veces.
Y me pregunto: ¿cuántas veces ha caído el PSOE en el lado malo de la lógica de la teoría de juegos?
Diría que unas cuantas. Pero no sé de la materia, por lo que, si abro la boca, pueden cerrármela a gorrazos. No obstante, quienes saben de la materia, o no han escrito al respecto y con esa perspectiva o lo han hecho y no me he enterado.
Inspirado por esto he generado
usando
library(unvotes) library(reshape2) library(gplots) dat <- un_votes levels(dat$vote) <- c("0", "-1", "1") dat$vote <- as.numeric(as.character(dat$vote)) dat <- dcast(dat, rcid ~ country, value.var = "vote") dat$rcid <- NULL dat <- as.matrix(dat) res <- cov(dat, use = "pairwise.complete.obs") heatmap(res) Se me olvidaba: el gráfico se refiere a los votos de los distintos países en la ONU.
Tal vez alguien quiera poner la lupa en algún país concreto. O explorar esos grupos de países que se ven tan bien avenidos.
Incumbent politicians tend to receive more votes when economic conditions are good. In this paper we explore the source of this correlation, exploiting the exceptional evidence provided by the Spanish Christmas Lottery. Because winning tickets are typically sold by one lottery outlet, winners tend to be geographically clustered. This allows us to study the impact of exogenous good economic conditions on voting behavior. We find that incumbents receive significantly more votes in winning provinces.
En El triunfo de los descerebrados escribe Javier Cercas una frase que le vale no tanto la fama como una mención veraniega en mis páginas. Es la que titula la entrada y que no voy a comentar más.
No habría seguido leyendo de no haber advertido que el asunto es material de blog, en esta época en la que tan corto ando de motivos, y me habría perdido otro parrafito,
En estadística, una muestra representativa tiene que contener las características relevantes de la población en las mismas proporciones en que están incluidas en tal población (referencia).
En estos tiempos, se están poniendo de moda alternativas a la muy tradicional democracia representativa que, en contraposición a ella, no aspiran a serlo. Y su principal problema radica, precisamente, en que no lo son.
Lo anterior no es más que una opinión: es la constatación de un hecho.
En el año 2012 escribí esto, que incluye
El índice de Banzhaf para un determinado partido político mide su poder en términos del porcentaje de las posibles alianzas mínimas ganadoras en las que participa dentro de su universo total. Una alizanza es ganadora cuando reúne más de la mitad de los votos. Y es mínima cuando todos sus integrantes son necesarios para que sea ganadora; excluye, por ejemplo, la alianza trivial formada por todos los partidos.
Usando código de una entrada anterior voy a medir el poder de cada partido político de acuerdo con Banzhaf tras las elecciones de diciembre de 2015.
escannos <- c(123, 90, 69, 40, 9, 8, 6, 2, 2, 1) names(escannos) <- c( "pp", "psoe", "pod", "c's", "erc", "dl", "pnv", "iu", "bildu", "cc") banzhaf(escannos) da 14 coaliciones mínimas,
pp psoe pp pod pp c's erc dl pp c's erc pnv pp c's erc iu bildu pp c's dl pnv pp c's dl iu bildu cc psoe pod c's psoe pod erc dl psoe pod erc pnv iu psoe pod erc pnv bildu psoe pod dl pnv iu bildu psoe pod dl pnv iu cc psoe pod dl pnv bildu cc y un reparto de poder que queda de esta manera:
No seré yo quien condene el contar palabras en textos para inferir por dónde van los tiros. Lo he hecho y lo hago con frecuencia.
Pero lo cuestiono en algunas ocasiones. La principal, esos análisis sumarísimos de los programas electorales —p.e., en la campaña que acabamos de cerrar— que los comparan en términos del número de veces que se mencionan diversos términos o el número de páginas que dedican a diversos temas.
He pasado unos días enganchado a El retorno de los chamanes, un libro de mi paisano Víctor Lapuente.
Es una obra sobre política escrita por un politólogo. Por lo que no habría lugar comentarlo en estas páginas. Pero hay varios motivos por los que sí.
Vaya por delante que es un libro que me resulta difícil por mi formación y, sobre todo, mi deformación. Soy matemático y durante años mi trabajo ha consistido en abstraer, teorizar, extraer la esencia, crear modelos generales para poder aplicar después el método deductivo.