Números estadísticamente transcendentes
Mi reciente lectura del libro La política de los grandes números de Alain Desrosières y la más accesible de El triunfo de los números me animaron a comenzar una serie de artículos sobre números, sobre la descripción del estado de las cosas vistas a través de los números, la novedosa —que lo fue hace mucho, pero tampoco demasiado, tiempo atrás— perspectiva de interpretar los fenómenos a partir de números, que devino en la disciplina que conocemos como estadística.
Para el lector moderno, la estadística parece emanar de los fabulosos avances metodológicos que en la materia realizaron científicos británicos a caballo de los siglos XIX y XX. Estos avances fundamentales, que han devenido en la estadística por antonomasia y que constituyen actualmente el núcleo de la disciplina, nos permiten averiguar qué tipo de cebada, en qué tipo de suelo y con qué clase de abono produce un mayor rendimiento por hectárea. Y resolver análogamente una miríada de otros problemas estancos, intranscendentes (en el sentido más riguroso y etimológico del término: que no transcienden más allá), desprovistos de ulterioridad.
Pero nos han hecho apartar la mirada a muchos estadísticos de lo que hasta entonces había constituido la razón de ser de la profesión: entender a través de sus regularidades numéricas los fenómenos demográficos, sociológicos, políticos, económicos, de salud pública, etc. que realmente importaban.
Así, leeremos en manuales de estadística acerca la cota de Cramér-Rao pero no a interpretar, a aprehender, cifras como la del número de nacidos hoy mismo en el mundo (que excede a la de la población entera de algunas provincias españolas), el fabuloso tamaño del fondo de contingencia de la UE para rescates de países miembros o las asignaciones que de nuestro dinero hacen los presupuestos generales del estado (¿En qué gastamos más: en educación, en sanidad o en defensa? ¿Cuánto dinero aporta cada español al año al tan manido Ministerio de Igualdad?).
Hacerse verdaderamente con las cifras, despertar en el lector atento una curiosidad crítica por su significado y valor, es el objetivo que me planteo en esta nueva serie de entradas.
Y no sólo porque
Usted puede elegir entre tener unas ciertas nociones claras de matemática o no tenerlas, pero debe saber que si no las tiene, es usted una persona mucho más manipulable que en el caso contrario.
(que es una cita de John Allen Paulos posiblemente apócrifa porque no consigo encontrarla en mis copias (física en español y electrónica en inglés) del libro al que se supone que pertenece), sino por las consecuencias socialmente devastadoras que puede llegar a acarrear nuestro indolente anumerismo.
Y como abrebocas de la nueva serie de entradas que seguirá, un enlace.