¿Estaría el BCE a ciegas?

David Cabo me hizo llegar el otro día este artículo, To what degree is the ECB flying blind? Y con buen criterio, porque, como veremos, toca temas ya conocidos de los lectores de estas páginas.

El artículo se resume en lo siguiente: si un día el Banco Central Europeo va a sumar a sus funciones la de la supervisión bancaria, va a encontrarse los dos problemas siguientes:

  • La confidencialidad de los datos
  • Sus niveles de desglose (y agregación)

Son dos problemas, además, interrelacionados. Por un lado, la supervisión bancaria exige un conocimiento íntimo de la cartera crediticia de las entidades. De hecho, son lo que el columnista llama tail risks, riesgos grandes que afectan a un número pequeño de préstamos, los que pueden tumbar al banco más pintado (véase esto y esto otro). Y estos riesgos en la cola quedan opacados tras las agregaciones.

Así, si un banco tuviese los pies en el horno y la cabeza en la nevera, es probable que ni él mismo se diese cuenta de que está en problemas.

Resolver este problema exige por una parte, imponer niveles de desglose distintos en función del riesgo de las posiciones. Por la otra, adaptar la legislación. Porque, aunque el Banco de España tiene autoridad para analizar con meticulosidad cada detalle del activo de una entidad, ¿estamos preparados para que lo haga igualmente un hombre de negro que habla holandés? En resumen, más estadística y más Europa.