Sobre la "African dummy"

2022 es un mal año para recordar un asunto sobre el que tenía anotado hablar desde los inicios del blog, allá por 2010: la llamada African dummy. Mentiría, sin embargo, si dijese que no es oportuno: está relacionado con temas que hoy se consideran importantes, aunque tratado al estilo de los noventa. Es decir, de una manera inaceptablemente —para el paladar de hogaño— distinta.

La cosa es más o menos así: en el 91, a R. Barro, macroeconomista de pro, se le ocurrió publicar Growth in a cross section of countries. En el usó métodos de regresión clásica —recuérdese: macroeconomista en los 90— para estudiar qué variables explicaban el desigual crecimiento económico de los países. Se cuenta que el hombre torturó y torturó los datos para que aquello ajustase sin éxito… hasta que introdujo una singular y, por un tiempo, famosa variable: la African dummy , i.e., estar o no estar en África.

Supe del asunto a través de un artículo que jamás llegué tampoco a comentar y que ha envejecido muy malamente: I Just Ran Two Million Regressions, de un egregio compatriota. Y se ve que durante una serie de años el asunto intrigó a los expertos en el tema y concitó un debate del que hoy poco queda. (Aunque una búsqueda rápida lleva a esto, de 2019, donde parece indicarse que la significancia de la variable en cuestión ha ido decreciendo en el tiempo y que ahora ya no lo sería como lo fue hace treinta años.)

¿Qué nos enseña todo esto? Sin duda, que hubo unos tiempos muy bárbaros en los que lo importante era que los modelos ajustasen bien, gustase a quien gustase. Si eso conllevaba sacarse de la manga variables que podrían molestar a ciertos sectores de la población —y precisamente esos que merecen nuestra especial atención y cuidado— se hacía. Ahora hemos progresado, compartimos valores que están por encima de la R² y no metemos un regresor en OLS sin consultarlo primero con el capellán y recibir el nihil obstat de nunciatura. Menos mal.