Sobre la construcción de problemas sociales (y el papel de la estadística en el proceso)
El otro día estaba oyendo la radio. Además, una emisora inhabitual (para mí, aunque me consta que es popular en algunos círculos) que, diríase, se había sintonizado sola. En el programa en cuestión, la locutora y sus adláteres estaban tratando de construir yet another problema social. Pero tan mal que, por si me leen, he escrito cómo hacerlo mejor. Y también porque quien lea de la mitad para abajo descubrirá aspectos de la cosa que entroncan con el asunto general de estas páginas, la estadística.
La receta está extraída del libro Damned Lies and Statistics de Joel Best, que trata sobre la construcción social de la realidad. No estoy completamente seguro de que la realidad sea enteramente una construcción social; pero lo que sí me consta fehacientemente es que los problemas sociales sí. Los he visto armar ladrillo a ladrillo; he visto llegar la fragoneta, a la cuadrilla montar el andamio, al albañil apilar ladrillos y al aparejador dar el visto bueno a la cosa entera. Muchas veces.
La receta para construir problemas sociales sólidos, que aguanten el paso del tiempo, se desgrana en las siguientes secciones. Si se siguen a rajatabla, es fácil —tan fácil como viralizar un tuit— que el problema social en cuestión acabe consagrado en el BOE y su nombre, en el DRAE.
1. Elegir un determinado hecho social
Los problemas sociales son cosas que la gente hace o cosas que le ocurren a la gente y a menudo implican convertir algo que normalmente se da por sentado (p.e., que en verano hace calor) en algo preocupante.
Para que el periplo del nuevo problema social sea largo y venturoso, su encaje en el zeitgeist circunstancial es crítico.
2. Lanzar una campaña de activismo social
Los activistas desempeñan un papel fundamental en la promoción de la causa y la concienciación de la ciudadanía en general y, particularísimamente, la de sus representantes políticos.
3. Involucrar a los medios de comunicación
Los periodistas están siempre ávidos de asuntos que transformar en noticias, especialmente si se refieren a problemas nuevos, que afectan a muchas personas y admite descripciones dramáticas. Simbiótica es un término idóneo para describir la relación entre periodistas y activistas sociales cuando ejercen la albañilería de problemas.
4. Involucrar a expertos por aquello de la “auctoritas”
Si bien en tiempos “los expertos” constituían un dique de contención frente a las majaderías, hoy sirven para defender tanto una tesis como la contraria. Iba a extenderme al respecto, pero Andrew Gelman tuvo a bien publicar en su blog una entrada idóneamente titulada (con mi traducción) nada menos que Se pueden encontrar estudios revisados por pares que respalden cualquier tesis por absurda que sea donde lo explica mejor de lo que hubiera podido hacerlo yo. Además de que apoyarme a un experto de la talla de Gelman aporta autoridad adicional a mi argumento.
Así que este paso se ha convertido en un mero formalismo.
5. Hacerles un Kondratyuk a determinadas instituciones públicas y privadas
Análogamente a lo que pasa con los medios de comunicación, hay instituciones tanto públicas como privadas interesadas en los problemas sociales en proceso de consolidación por dos motivos fundamentales: les pueden servir como justificación de su misma existencia y les pueden hacer obtener dinero.
(Kondratyuk fue el que ideó esto originalmente.)
6. Usar estratégicamente la estadística
Las estadísticas son ingredientes esenciales en las campañas de construcción de nuevos problemas sociales. Hay mucha gente que piensa que la estadística es una disciplina que nos ayuda a encontrar la verdad. Muchos, incluso, lo creen sinceramente y lo expresan de manera no irónica. El argumento funciona más o menos de la siguiente manera —que hemos visto escrito con desigual nivel de detalle en muchas partes—:
- Alguien recopila datos sobre algún aspecto social y advierte algún tipo de heterogeneidad.
- Entonces se pregunta si son consecuencia de una causa profunda y verdadera en lugar de tratarse, simplemente, de variaciones debidas al azar.
- La estadística le sirve para, precisamente, distinguir ambos casos.
Por eso, hoy en día, un discurso que aspire a convencer a alguien de que algo es cierto tiene que adoptar algún tipo de formalismo estadístico. Puede que en tiempos la retórica bastase; hoy hacen falta p-valores.
En particular, la estadística es necesaria para:
- Describir el tamaño del problema. Como en el caso de las presuntas “10.000 prostitutas en la ciudad de Nueva York”, que el libro del que extraigo estas notas discute largamente.
- Y, en particular, exagerar la escala del problema. Cuando no se dispone de estadísticas precisas, es posible ensayar estimaciones de los casos no reportados, sobreestimando el tamaño del problema y favoreciendo números redondos (ej. “uno, dos o más millones de casos al año”). Lo cual es solo natural si uno cree genuinamente en la importancia del problema —o los ingresos de uno dependen sustancialmente de él— y la sospecha de que pudiera haber un gran número de casos no registrados. Otra estrategia para obtener el mismo resultado consiste en ampliar las definiciones —p.e., riesgo de pobreza en lugar de pobreza a secas—.
- Manipular las mediciones. Si quienes elaboran las encuestas tienen interés de parte, pueden influir en los resultados mediante el uso de técnicas sobradamente conocidas, como la de la redacción artera de los cuestionarios, utilizando preguntas abiertas o preguntando sobre incidentes acaecidos en periodos de tiempo exageradamente largos (p.e., a lo largo de la vida entera), etc.
- Utilizar muestras no aleatorias o, peor aún, presentando casos vívidos dramáticos pero excepcionales como típicos.
La estadística es una herramienta fundamental para argumentar contra los críticos, los no enteramente convencidos y aquellos a los que el enquistamiento del constructo social en cuestión les puede acabar costando dinero (porque, recuérdese, contra los problemas sociales no se lucha solo con aire del cielo, hierba del prado y agua de la fuente).
7. Blanquear los números mediante la difusión masiva
Hay números que no se sabe muy bien de dónde salen pero que hemos oído tantas veces (p.e., que el sector del automóvil representa el 10% del PIB en España) que incluso más que darlos por buenos, los consideramos miembros de nuestra propia familia. Esto es consecuencia de un proceso premeditado de reiteración que algunos han querido denominar blanqueo de números.
Conclusión
En conclusión, la construcción de problemas sociales implica un esfuerzo concertado de varias partes interesadas para definir, cuantificar —típicamente, de forma exagerada— y publicitar un problema utilizando estratégicamente la estadística para obtener la atención del público y de sus representantes. Que se puede hacer mejor o peor, pero para la que existen recetas que, de seguirse razonablemente, aumentan la probabilidad de éxito de estas empresas de ingeniería social.