Sobre la sistemática infraestimación del error en las encuestas

Las encuestas que se publican suelen estar acompañadas de una ficha técnica en la que, entre otras cosas, se especifica el error muestral. El error muestral está relacionado con la posibilidad de que la muestra no represente fidedignamente la población de interés, que tenga un sesgo producto exclusivamente del azar. Es decir, ignora el resto de los posibles sesgos que tengan una causa distinta.

Pero aquellas que recaban opiniones, etc. de personas humanas suelen dar por hecho que los datos recogidos de los sujetos muestrales son ciertos. Hoy quiero mencionar dos evidencias de lo contrario. De las que se induce que el error muestral de las encuestas podría ser una mera cota inferior que poca idea nos da de cuál podría ser la cota más interesante: la superior.

La primera es la del reciente voto erróneo del diputado Casero (visitantes de otros sitios o tiempos: podéis encontrar el contexto aquí). Un señor relativamente inteligente cuyo único trabajo consiste en pulsar el botón con la etiqueta “NO” en un asunto sobre el que no se ha parado de hablar en España hace justo lo contrario. ¿Qué cabe esperar de una señora al azar en un barrio al azar de un municipio al azar que se enfrenta de sopetón a una pregunta sobre un tema inopinado?

El lector interesado puede leer más sobre el asunto en Lizarman’s constant is 4%. Allí, el autor argumenta que 4% podría ser una estimación de ese error irreductible que podría atribuirse a la ignorancia, la malicia o el error. Pero, seguramente, hay estudios más serios al respecto en cuya literatura —no es mi guerra, lo siento— no tengo la menor intención de zambullirme.

Coda

Aunque, como digo arriba, este tema no es mi guerra, sí que lo he tratado en alguna ocasión previa como aquí, aquí o aquí. Estas entradas describen técnicas bastante conocidas para trasladar el error producto de la insinceridad al error metodológico que es el que agrega el estrictamente muestral y el que subproducen estas técnicas oblicuas.