Números

El estado y la educación, según Gabriel Tortella

Mi copia de El desarrollo de la España contemporánea, de Gabriel Tortella, ya amarillea. Igual hace 15 años que lo compré y lo leí.

Aparte de ese sustrato de conocimiento que se le puede quedar a uno prendido tras leer lo que lee, de este libro me han venido resonando con fuerza en la memoria unas cuantas líneas que se me quedaron grabadas desde fines del siglo pasado. Son estas:

La principal acción estatal para promover la igualdad regional es la inversión en capital humano, es decir, la educación, dedicando preferentemente a ellos los Fondos de Compensación Interterritorial, porque cada vez más, con el papel creciente que la técnica tiene en el desarrollo económico, es este tipo de capital el que iguala o diferencia las regiones. Por una parte, es un tipo de inversión que no se despilfarra. Incluso inversiones tan básicas como las realizadas en estructuras de transporte, canalizaciones, y otras formas de capital fijo corren el peligro de malgastarse en regiones que se despueblan, como ocurre con muchas líneas ferroviarias. No sucede lo mismo con el capital humano: aunque una zona se despueble, los emigrantes se lo llevan consigo y no se pierde. Por otra parte, aunque es cierto que el capital humano muere con los individuos, el enorme alargamiento de la esperanza de vida hace que esa inversión sea hoy tanto más productiva. Además, es bien sabido que los individuos educados transmiten su nivel educativo a sus hijos.

Tu tasa de paro personal

En el pasado nos hemos ocupado en estas páginas del desempleo. Hoy, día en el que se han anunciado los datos de la EPA del último trimestre de 2012, sale a la luz TTParo.es, un proyecto en el que he colaborado (aunque en el que todo lo que se ve es obra de Kaleidos) y que permite calcular tu tasa de paro personal.

Por ejemplo, en

puedo ver la evolución de la tasa de paro de aquellos que son como yo desde el 2005 y compararla con la general.

¿Son sostenibles las pensiones en el largo plazo?

Me voy a meter en terrenos pantanosos. El tema que traigo hoy a mis páginas es, sin duda, espinoso. Pero quiero dejar en negro sobre blanco una serie de ideas básicas que se han convertido en el punto de partida de cuanto puedo opinar sobre este tema, la esencia pura del mismo (tal y como yo lo entiendo) antes de que abogados, políticos, financieros, etc., lo compliquen.

Casi todo lo que se lee sobre el asunto está enmarañado de hojarasca de índole legal y, a menudo, ideológica. Me da la sensación de que el punto de partida del razonamiento de la mayoría sobre el asunto viene determinado por su respuesta personal a las dos siguientes preguntas:

Capicúa

Capicúa es una de las trescientas cincuenta y pico palabras españolas que tienen su origen en el idioma catalán. Significa _cabeza _y cola. Y viene muy bien para etiquetar las dos entradas que, con esta, he realizado sobre las elecciones en Cataluña.

La que hice en su día, la cola, criticaba los métodos y ponía en cuestión los resultados de una encuesta electoral realizada por El Periódico (para más información, véase este enlace). Tal vez no sea casualidad que el software usado por los analistas en este caso sea SPSS.

Anumerismo en los medios (y seudoperiodismo de datos)

El otro día asistí a un congreso sobre big data, datos públicos, periodismo de datos y ese tipo de cosas. Cuando el panel de periodistas de datos comenzó la rueda de preguntas, estuve por levantar la mano y formular la mía en términos, más o menos, como estos:

El periodismo de datos no es algo nuevo. Existen áreas en las que los datos han sido abundantes (incluso en tiempo real) y que llevan siendo cubiertos por la prensa desde hace décadas. Me refiero al sector económico y financiero. Sin embargo, la prensa ha mostrado una capacidad muy pobre para proporcionar análisis y contexto en este ámbito. ¿Qué garantías pueden ofrecernos los nuevos periodistas de datos acerca de su habilidad para para ofrecer análisis sugerentes y profundos en los nuevos ámbitos que se abren en la profesión?

Tesis de maestría: periodismo de datos, "big data" y "open data"

Tal vez a quienes siguen estas páginas les interese echar un vistazo a la tesis de maestría de Ángeles Mariño.

He aquí la introducción:

A medida que la información disponible en Internet se ha ido multiplicando, el Periodismo también fue ampliando sus fuentes de información de manera tan relevante que nació una nueva forma de contar historias: el Periodismo de Datos (Data Journalism en inglés), aquel que se basa principal o exclusivamente en bases de datos y documentación en línea para crear una historia.

La crisis es buena para la salud, parece

Ayer leí el artículo Las listas de espera se agravan en El País que parece indicar indirectamente que la crisis tiene efectos beneficiosos para la salud.

Leyendo el artículo uno se queda con la copla de que ha crecido tanto el tiempo medio de espera para los tratamientos médicos como el número de personas que los aguardan. Los números pueden verse en el gráfico anterior, extraído del artículo. Lo curioso es que las proporciones son desiguales.

Cultura numérica, incultura numérica

Traigo hoy dos enlaces relacionados a mi bitácora.

No sé si conocéis OWNI, un Objet Web Non Identifié. Una de sus tres secciones prominentes se llama Cultures Numériques. No datos. No periodismo de datos. No OpenData. Sino culturas numéricas (supongo que el plural es un brindis a la ultracorrección política). Que tal sea el nombre invita a reflexiones que habrían de germinar por sí solas en las mentes de mis lectores.

El segundo tiene esta entradilla (con mi traducción):

"Predictably irrational"

Estoy terminando de leer Predictably Irrational. Es un libro que recomiendo encarecidamente.

¿De qué trata? Aquí y en este vídeo de su autor, Dan Arieli, hay abrebocas (que se refieren fundamentalmente a su primer capítulo) que seguro que os soprenderán.

Al leer el libro, sin embargo, realicé un pequeño experimento mental. Con resultados bastante desasosegantes. Pensé en tomar una mesa amplia y una pila de fichas de cartulina. Luego, en cada una de ellas, escribir uno de los resultados del libro, que son del tipo frente al estímulo X la gente actúa así o asá. Generalmente, haciendo honor al título, el comportamiento parece irracional. Finalmente, tratar de ordenarlas de alguna manera, tal vez jerárquica, que me ayudase a extraer reglas y principios generales. Y da la impresión de que uno siempre acabaría encontrando cartulinas que no acabasen de encajar, que ponen de manifiesto contradicciones internas que impiden crear eso a lo que estamos (¿tal vez malamente?) acostumbrados: un sistema coherente de ideas.

Los ingleses me descolocan

Los ingleses me descolocan. Hace unos días me enteré de una propuesta de George Osborne, el ministro de hacienda del Reino Unido, que se conoce como shares for rights (acciones a cambio de derechos). Consiste esencialmente en ofrecer a los empleados la opción (nunca la obligación) de recibir una recompensa económica a cambio de que renuncien a una serie de derechos laborales.

Nótese que se trata de una opción. Y tener opciones es bueno. Al menos, para homines œconomici.

Abenjaldún, el precursor

El otro día, en una reunión madrileña de escépticos, me pusieron sobre la pista de un tal Abenjaldún . Lo presentaron, poco más o menos, como el primer historiador moderno. Nótese que era tunecino de ascendencia sevillana, musulmán y vivió en el siglo XIV.

Los economistas también lo consideran como de su gremio.

Hojeando su opera magna, Introducción a la historia universal, he encontrado dos párrafos muy aprovechables. Hablando de la astrología, dice que (con mi subrayado):

Balanzas fiscales y periodismo basado en datos

Dudo al escribir sobre el asunto porque el contexto del artículo que traigo a colación es ajeno al interés de esta bitácora. Pero me ha parecido un ejercicio inigualable de lo que debería ser el periodismo de datos.

El título es sugerente: ¿Cisne negro o pollo del montón? El déficit fiscal catalán en perspectiva. El tema del cisne negro ya ya sido mencionado aquí previamente, aunque mencionarlo en este contexto sólo es posible sometiendo el término a una cierta violencia léxica.