Previo:
Hoy he oído el término dudacionista (de la vacuna) por primera vez. Me parece, por lo que contaré después, mucho más apropiado —y en otros que también aclararé, mucho menos— que negacionista para muchos de los casos que conozco. Varios dudacionistas me han preguntado sobre mi opinión sobre su postura. Por referencia (mía y suya) y para poder contestar a los que vengan con una url, escribo lo que sigue.
He osado publicar un nuevo vídeo en Youtube sobre el asunto que llenó las portadas de los periódicos ayer: la regla de tres. Puede verse aquí:
Nada más ni nada menos.
Vaya por delante, en mi descargo y como aviso para los que se cansan más de leer textos largos y complejos que de opinar, que no es un estudio completo. Realmente, solo voy a proporcionar herramientas para que otros con más tiempo e interés sobre el asunto las tomen si les parecen adecuadas, las limpien de errores y omisiones, se pongan a la faena y, con suerte, puedan llegar a resultados que tengan a bien publicar para iluminarnos a todos.
Es fácil nunca dar con algo que no quieres encontrar: basta con buscarlo donde sabes que no está.
Eso es perfectamente predicable de todos los ensayos de los que tengo noticia para demostrar empíricamente la inexistencia —¡eh!, ¿no habíamos quedado en que que la inexistencia de algo no es demostrable empíricamente?— de ese corolario del teorema de Rolle que se ha dado en llamar curva de Laffer.
Hay que tener en cuenta que en una economía como la española —y más en estos tiempos—, casi el 100% de los agentes económicos operan muy por debajo de ese pico que postulan Laffer y Rolle.
El mejor negocio del mundo sigue siendo —reza el chiste— comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale.
El de la década tiene mucho que ver con la literatura, con la ficción. Consiste en tomar proyectos hechos, semihechos, más o menos disparatados, con o sin sentido de mercado, con o sin asidero con la realidad, que se harían de todos modos, que se descartaron por inviables pero a los que se les puede sacudir el polvo y las polillas, buenos, regulares, malos, vergonzantes, vergonzosos, quijotescos, razonables, fantasiosos, (¿he escrito ya disparatados?
Una de las cosas más provechosas que hice durante el encierro consecuencia de la consabida pandemia fue repasar con detenimiento la lógica matemática. En particular, leyendo meticulosamente de tapa a tapa la Introduction to Mathematical Logic de Walicki.
Una de las cosas más provechosas de la lógica matemática es la diferencia entre formalismos (p.e., la lógica proposicional) y sus distintos modelos, que la representan mejor o peor:
A specification of a domain of objects, and of the rules for interpreting the symbols of a logical language in this domain such that all the theorems of the logical theory are true is said to be a “model” of the theory.
Por motivos que no vienen al caso, he estado investigando estos días de reojo Helium, una cosa muy críptica y cuya página web no ayuda en gran medida a clarificar y cuyas deficiencias esta entrada mía contribuya a rectificar. Esta entrada va a ser larga, dividida en varias secciones y con varias de propedéutica antes de entrar en materia.
Vaya en todo caso por delante que existen varias páginas, además de la de Helium, que describen el sistema muy bien, mucho mejor de lo que podría hacerlo yo, desde el punto de vista técnico (como esta).
Una de las notas que tenía de la lectura del libro de visualización de datos de Healy se refería a los problemas de comparación que crean los rectángulos largos y estrechos. Es decir, cuando el tamaño de ciertas variables se codifica usando el área de rectángulos con dimensiones muy desiguales.
Reflexionando sobre el asunto, vi que el fenómeno de los rectángulos largos y estrechos (o mucha base y poca altura, si se quiere) es el que subyace al llamado problema de la conclusión repugnante, que aparece en ética cuando el criterio de bondad es el de la maximización de la suma de las utilidades individuales: una infinita (base) famélica (altura) legión podría tener unos niveles agregados de utilidad (base $latex \times$ altura) superiores a una población pequeña y feliz.
I.
De todas las explicaciones sobre cómo funciona la percepción —desde la más inmediata, la de los sentidos (“ahí hay una vaca”), hasta la que nos permite transitar las complejidades físicas y conceptuales del mundo moderno— la que he encontrado más convincente hasta el sol de hoy es una construida alrededor de un símil con el proceso actualización bayesiano de las probabilidades.
Según ella, por un lado tenemos nuestra propia cosmovisión, lo que esperamos ver antes de abrir los ojos a la realidad, nuestra priori (p.
[Dejo aquí por escrito la respuesta detallada a esa pregunta por, primero, una cuestión de eficiencia: poder contestarla con un enlace cuando me vengan de nuevo con ella. Pero también por la relación que guarda con temas como el riesgo o la teoría de la decisión que a estas página mías no les son ajenos.]
I.
¿Me vacunaré?
Espero que no, ojalá que no. Lo digo solo porque soy penúltimo o antepenúltimo en esa lista de prelaciones que parecen haber publicado nuestras beneméritas autoridades (y que tanto me recuerda a esto).
No cualquier ministerio sino precisamente el de economía (lo subrayo: es muy relevante para lo que sigue) ha colgado de su portal una (propuesta de) Carta de Derechos Digitales para su pública consulta.
Se trata de un documento confuso, en el que se mezclan propuestas que afectan a ámbitos muy heterogéneos, desde el transhumanismo,
[L]a ley regulará aquellos supuestos y condiciones de empleo de las neurotecnologías que, más allá de su aplicación terapéutica, pretendan el aumento cognitivo o la estimulación o potenciación de las capacidades de las personas.
El otro día —no importa dónde— presencié los denodados y desencaminados esfuerzos de alguien —tampoco importa quién— por explicar primero y convencer después de los beneficios de la llamada cocina de las encuestas electorales. Constantado la inoperancia de los argumentos técnicos, estuve pensando un buen rato en buscar símiles cotidianos. Di con este, que es el que comparto por referencia para mí y puede que para otros.
Tienes ese amigo que dizque va a llegar en 30 minutos y lo hace al cabo de una hora.
Cierta gente, mucha, está mostrando su sorpresa en estos días acerca de las discrepancias entre lo que dicen las encuestas por un lado y el consenso de los mercados de apuestas con respecto a lo de Trump. Por ejemplo, aquí, aquí o
🇺🇸 Ninguno pronóstico tiene a Trump favorito. Pero hay diferencias sensibles: el modelo de The Economist le da solo un 4% de opciones (1 de 20), mientras que las apuestas las elevan hasta el 34% (1 de 3).