Durante el proceso de migración de mi blog a Hugo he descubierto —pienso también que tal vez sea algo inocente y haya tropezado con algo requetesabido— con una forma particularmente insidiosa de spam. Una de las cosas en las que me he entretenido es en buscar enlaces rotos. Hay muchísimos, habida cuenta de que hay muchas entradas, más de 2000, con una antigüedad media de unos cinco años y máxima de más de diez.
Al morir le Carré me di cuenta de que no había leído nunca nada del tal señor. Una búsqueda en Google me sugirió A Perfect Spy como la, si una, novela que leerle.
De sus muchas páginas, rescato una breve subhistoria por un interés para mis lectores.
El libro es del 86. La acción (principal) del libro (que contiene muchos episodios en que se remonta a épocas anteriores) ocurre entre el 83 y el 84, calculo.
Mi primer contacto con la obra de Mario Bunge fue en mi época de estudiante en Zaragoza. Por algún motivo —probablemente, porque en aquella época repasar los lomos de los libros en las bibliotecas y librerias era el equivalente al perder el tiempo en internet de hogaño— cayó en mis manos un libro suyo. Solo recuerdo que leerlo requirió más empeño que aprovechamiento trujo a aquel chaval de provincias.
El segundo —hará un par de años— fue una grabación de una conferencia que dio en Buenos Aires.
Escribí el otro día sobre los llamados momentos Le Verrier. Que, siguiendo la nomenclatura de Why ask why? Forward causal inference and reverse causal questions no son otra cosa que ejercicios de causalidad inversa con final feliz.
Efectivamente, según el artículo, las cuestiones de índole causal son de dos tipos: prospectivas y retrospectivas (o inversas), en una traducción muy libre. Las primeras, más habituales, se refieren a cuáles serán los efectos de una causa.
Son muy infrecuentes, lo admito. Pero cuando ocurren, le dan a uno ganas de poner los pies encima la mesa y fumarse un puro.
¿Qué son? Imagina que te pasan unos datos con el objetivo de realizar determinadas predicciones. Creas un modelo razonable —hasta bueno, dirías—, basado en primeros principios y que funciona bastante bien… excepto en unos cuantos casos irreductibles (sí, como aquellos galos de su aldea). Compruebas el modelo una y mil veces y no le ves problemas significativos; revisas los datos de nuevo, especialmente en esos casos en los que el modelo falla, y parecen tener sentido.
Previo:
Hoy he oído el término dudacionista (de la vacuna) por primera vez. Me parece, por lo que contaré después, mucho más apropiado —y en otros que también aclararé, mucho menos— que negacionista para muchos de los casos que conozco. Varios dudacionistas me han preguntado sobre mi opinión sobre su postura. Por referencia (mía y suya) y para poder contestar a los que vengan con una url, escribo lo que sigue.
He osado publicar un nuevo vídeo en Youtube sobre el asunto que llenó las portadas de los periódicos ayer: la regla de tres. Puede verse aquí:
Nada más ni nada menos.
Vaya por delante, en mi descargo y como aviso para los que se cansan más de leer textos largos y complejos que de opinar, que no es un estudio completo. Realmente, solo voy a proporcionar herramientas para que otros con más tiempo e interés sobre el asunto las tomen si les parecen adecuadas, las limpien de errores y omisiones, se pongan a la faena y, con suerte, puedan llegar a resultados que tengan a bien publicar para iluminarnos a todos.
Es fácil nunca dar con algo que no quieres encontrar: basta con buscarlo donde sabes que no está.
Eso es perfectamente predicable de todos los ensayos de los que tengo noticia para demostrar empíricamente la inexistencia —¡eh!, ¿no habíamos quedado en que que la inexistencia de algo no es demostrable empíricamente?— de ese corolario del teorema de Rolle que se ha dado en llamar curva de Laffer.
Hay que tener en cuenta que en una economía como la española —y más en estos tiempos—, casi el 100% de los agentes económicos operan muy por debajo de ese pico que postulan Laffer y Rolle.
El mejor negocio del mundo sigue siendo —reza el chiste— comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que dice que vale.
El de la década tiene mucho que ver con la literatura, con la ficción. Consiste en tomar proyectos hechos, semihechos, más o menos disparatados, con o sin sentido de mercado, con o sin asidero con la realidad, que se harían de todos modos, que se descartaron por inviables pero a los que se les puede sacudir el polvo y las polillas, buenos, regulares, malos, vergonzantes, vergonzosos, quijotescos, razonables, fantasiosos, (¿he escrito ya disparatados?
Una de las cosas más provechosas que hice durante el encierro consecuencia de la consabida pandemia fue repasar con detenimiento la lógica matemática. En particular, leyendo meticulosamente de tapa a tapa la Introduction to Mathematical Logic de Walicki.
Una de las cosas más provechosas de la lógica matemática es la diferencia entre formalismos (p.e., la lógica proposicional) y sus distintos modelos, que la representan mejor o peor:
A specification of a domain of objects, and of the rules for interpreting the symbols of a logical language in this domain such that all the theorems of the logical theory are true is said to be a “model” of the theory.
Por motivos que no vienen al caso, he estado investigando estos días de reojo Helium, una cosa muy críptica y cuya página web no ayuda en gran medida a clarificar y cuyas deficiencias esta entrada mía contribuya a rectificar. Esta entrada va a ser larga, dividida en varias secciones y con varias de propedéutica antes de entrar en materia.
Vaya en todo caso por delante que existen varias páginas, además de la de Helium, que describen el sistema muy bien, mucho mejor de lo que podría hacerlo yo, desde el punto de vista técnico (como esta).
Una de las notas que tenía de la lectura del libro de visualización de datos de Healy se refería a los problemas de comparación que crean los rectángulos largos y estrechos. Es decir, cuando el tamaño de ciertas variables se codifica usando el área de rectángulos con dimensiones muy desiguales.
Reflexionando sobre el asunto, vi que el fenómeno de los rectángulos largos y estrechos (o mucha base y poca altura, si se quiere) es el que subyace al llamado problema de la conclusión repugnante, que aparece en ética cuando el criterio de bondad es el de la maximización de la suma de las utilidades individuales: una infinita (base) famélica (altura) legión podría tener unos niveles agregados de utilidad (base $latex \times$ altura) superiores a una población pequeña y feliz.