Economía
Por si alguien lo toma literalmente
Escribe Gelman en términos irónicocelebratorios:
OK, we can now officially say that Stan, as an open-source software, has recouped its societal investment.
Apostilla Terry (en los comentarios), por si alguien se lo había tomado literalmente:
Came here to say this.
Review saved $20-$50 billion. Stan was involved in the Review. Therefore, Stan saved $20-$50 billion.
AWOOOOOOOGAH!!!
The economic Klaxon is deafening.
Nope, nope, nope, nope.
Porque siempre hay alguien sin sentido del humor.
Rebelarse vende
Tales son las circunstancias de los tiempos que nos ha tocado vivir que muchos de quienes trabajamos en ciencia de datos, querámoslo o no, nos dedicamos a vender cachivaches. De ahí que recomiende la lectura de
un librito con muchas posibles interpretaciones pero que da en el clavo en muchas. O tal opino yo.
Nota: muchas cosas han cambiado desde que se publicó. No sé si es bueno leer esto antes o después que el libro.
Un esquema simpsoniano para repensar el presunto incremento de la desigualdad
Consta de tres simples pasos:
- Repasa mentalmente una serie de profesiones: taxista, profesor, agricultor, enfermera, músico, programador, prostituta, camarero,…
- Compara mentalmente los ingresos del 1% más rico con el del 10% más pobre.
- Compara mentalmente el peso relativo de las distintas profesiones en el tiempo.
Causalidad y desigualdad
Ni imaginar podéis hasta dónde me tiene lo gratuitamente con que muchos dan por hecha una relación causal entre desigualdad (economómica) y cualquier miasma social.
Yo creo que es que pocos leen cosas como estas (muy recomendable). Y sobre todo porque sale gratis mencionar el nombre de la sacrosantísima causalidad en vano. Con el peligro de que tal vez queramos invertir recursos en remediar el problema raíz y nos demos cuenta al conseguirlo de que, oh, no lo era realmente.
El día del oxímoron
Han aparecido dos artículos publicados en prensa hoy, en el mismo día:
- Indra deja desiertos 800 puestos en España por falta de mano de obra cualificada
- El sistema me ha expulsado por no publicar, que trata de cómo Cristina Gil-Lamaignere trabajó con un Nobel y ahora cursa un grado de FP porque no ha podido acreditar su labor científica.
Tengo más comentarios que hacer que tiempo para escribirlos, así que dejo que cada cual saque su propia conclusión.
Hay algo podrido en la microeconomía normativa
Para el normativista (economista o no), lo importante no es como son las cosas sino cómo deberían ser.
En Temporalidad: ¿buenas intenciones con malos resultados? viene a decirse que:
- La temporalidad laboral es intrínsecamente perversa.
- Que hay que desincentivarla de alguna manera (p.e., encareciendo los contratos temporales mediante penalizaciones fiscales)
Normativismo at its best. Yo no sé cómo son las cosas. De hecho, siempre espero que gente como los autores del artículo me las expliquen, que describan antes identificar problemas y proponer soluciones. Pero aun sin saber cómo son las cosas, sé cómo son mis cosas.
Homo politicus < IQ < homo economicus
Lo del homo economicus ya no está de moda. Ahora pega más fuerte lo del homo politicus (y otros homos caracterizados por actuar como quien no completó el bachillerato con aprovechamiento).
No obstante, parece no todos los homos son iguales: unos se parecen más al economicus; otros, al politicus. Y ahora parece que el coeficiente intelectual tendría algo que ver con eso.
Nota: encuentro ridículas las críticas a la economía (particularmente, a la microeconomía) basadas en su acreditada incapacidad para predecir el comportamiento humano por su tendencia a alejarse del esperado en un homo economicus. No, no va de eso. No va de predecir el comportamiento humano. Para eso ya tenemos otras disciplinas ad hoc. Va de cómo un agente racional descubre en otro que lo es menos un imbécil al que separarlo de su dinero.
Un acto fallido: la pregunta sigue, pues, abierta
Jot Down es una publicación recomendable. Aunque frecuentemente peque de a lo que tienden las publicaciones de letras (en el sentido menos amable del término): que prime el escribir bonito sobre la sustancia, el argumento y su coherencia.
El artículo que motiva este se anuncia como Especulación inmobiliaria, tradición centenaria y recoge tres episodios (¿anécdota? ¿categoría?) bien conocidos pero florida y amenamente descritos:
- El del duque de Lerma a principios del XVII.
- El del marqués de Salamanca, en el XIX.
- El que se deriva de la ley del suelo de 1998.
Se habla abundantemente de los aspectos negativos de los tres (recuérdese: de letras). Al tratar el último, el más interesante en términos efectivos, se arrima pero no llega a plantear (y, por supuesto, tratar de dar respuesta a) la pregunta más obvia. Es algo así como si en una película de intriga, en los últimos minutos, tras la escalada de la tensión, en lugar de resolver el misterio e identificar y detener al asesino, cambiase súbitamente el género y una horda de zombis se comiese el cerebro de todos los implicados.
¿Inmigración cualificada en España? Pues va a ser que no
Hace unos años, una empresa Suiza se puso en contacto conmigo, nos gustamos mutuamente y allá que me fui a teclear como empleado suyo. Pero supongamos que una empresa española se pone en contacto con un estadístico de Senegal, se gustan mutuamente y se lo quiere traer. ¿Puede?
NO, NO, NO, no puede. No le dejan.
Porque para que el estadístico senegalés pueda trabajar, por ejemplo, en Albacete, hace falta que la profesión de estadístico aparezca en el Catálogo de Ocupaciones de Difícil Cobertura de Albacete. Si no aparece en la lista, solo pueden contratarse estadísticos comunitarios (o suizos).