Economía

Si lees "Nudge" verás las cosas de otra manera

Si acabas, como yo, de leer Nudge, es probable que comiences a ver las cosas de otra manera.

Lo malo del libro es que está escrito por estadounidenses y para estadounidenses. Y allá ellos con sus problemas. Pero, mutatis mutandis, a uno se le comienzan a ocurrir traslaciones tal vez oportunas.

Por ejemplo, piénsese en esas hipotecas de las que tan de moda está hablar estos días. Inducido por el contenido del libro a uno se le ocurriría pensar que los problemas que ahora atraviesan determinados individuos por su culpa se debe a la asimetría de la información: los bancos, que venden muchas, lo saben todo al respecto; la gente, que a lo sumo se hipoteca una o dos veces en su vida, está a dos velas. Y luego se topa con la letra pequeña, etc.

Balanzas fiscales (así, en plural)

En España, lo de las balanzas fiscales es como lo de las manifestaciones: un número que se tiran a la cabeza y con muy mala baba tirios y troyanos. La cantinela que más se oye es la de la prensa periférica (perdón, prensa de la parte este de la periferia: existen otras periferias que callan como palabras de cuatro letras): dizque Cataluña aporta mucho más a la hacienda pública que lo que después recibe de ella por inversiones y servicios.

Sobre la economía del lenguaje

De acuerdo con una observación de Zipf (y supongo que de muchos otros y que no hay que confundir con su ley), la longitud de las palabras más corrientes es menor que las que se usan menos frecuentemente.

Un estudio reciente, Word lengths are optimized for efficient communication, matiza esa observación: la cantidad de información contenida en una palabra predice mejor la longitud de las palabras que la frecuencia de aparición pura. En una comparación entre diversos idiomas europeos, parece manifestarse que palabras que aportan poca información son breves; las que aportan mucha, más largas.

La tragedia del buen rollito

No sé si mis lectores están al tanto del problema conocido como tragedia de los comunes (que, más bien, debería denominarse tragedia de las dehesas). Consiste en que una serie de agentes económicos (ganaderos) comparten un bien común, que no pertenece a nadie (una dehesa), en la que hacen pastar sus vacas. Todos ellos están interesados en hacer pastar el máximo número posible de ellas. Pero la capacidad de generar pasto de la dehesa es limitada y llega un momento en que ésta se sobreexplota y es incapaz de alimentar tanta vaca. Todos los ganaderos pierden, pero a ninguno le interesa reducir unilateralmente el tamaño de su cañada.