Quetelet

Más allá del BMI

I. Alguien se queja del BMI (body mass index). Quejarse del BMI es como quejarse de que el agua moja. Porque: Supongamos que nos interesa un asunto poliédrico (como se decía en tiempos) o multidimensional (más al gusto de los que corren). La gente quiere medirlo. Se elige un número —porque a la gente le gusta medir las cosas con un único número, claro— construido de cierta manera. La gente se queja de que el fenómeno era multidimensional (o poliédrico) y que un solo número no recoge adecuadamente el blablablá.

No es tanto sobre la media como sobre la maldición de la multidimensionalidad

El artículo que motiva esta entrada, When U.S. air force discovered the flaw of averages, no lo es tanto sobre la media como sobre la maldición de la multidimensionalidad. Podría pensarse que es una crítica a la teoría del hombre medio de Quetelet en tanto que niega la existencia de ese sujeto ideal. Pero lo que dice es una cosa sutilmente distinta: Using the size data he had gathered from 4,063 pilots, Daniels calculated the average of the 10 physical dimensions believed to be most relevant for design, including height, chest circumference and sleeve length.

Políticas y tarifas; medias y deciles

Aviso: Esta entrada es altamente, puramente especulativa. Tiempo atrás, se tendía a ponderar el efecto de una política (p.e., la alteración de la tarifa de un servicio público o semipúblico) en términos de su impacto en un usuario medio. A lo Quetelet (en el mejor de los casos). Ahora está más de moda medirlo en términos de su impacto en el decil mas desgraciadico. A lo maxmin rawlsiano (en el mejor de los casos).

Así se inventó el nudo gordiano del "hombre medio"

Lo cuenta muy bien Todd Rose en How the Idea of a ‘Normal’ Person Got Invented. Hay tres grandes eras en la estadística moderna: La queteliana, resumida en la imagen del hombre medio: existe un prototipo sobre el que, tal vez, se consideran variaciones. Es decimonónica, pero colea. La kamediana, que es una versión pizza partida en ocho de la anterior. Es de mitad del siglo pasado y perdura en paleomentes.

Las tres (o cuatro) eras de la estadística

Las cosas, frecuentemente, son como son y no de otra manera, especulativamente, mejor por razones históricas. Es lo que hay. La respuesta a muchas preguntas es “porque A llegó antes que B”. La estadística (y particularmente, la que se enseña) es como es y no de otra manera, especulativamente, mejor, también por razones históricas. Por eso siempre pierdo algo de tiempo hablando (¡es uno de mis personajes favoritos del XIX!) de Quetelet y los suyos; luego, de Fisher y compañía; finalmente, de Efron y los demás.

Clústering (III): sobresimplificación

¿Quién fue el segundo hombre en pisar la luna? ¿Y el tercero? Aunque a veces pareciese lo contrario, ¿sabe que hay futbolistas que no son ni Ronaldo ni Messi? ¿Y otros ciclistas además de Contador e Induráin? ¿Y que la Fórmula 1 no se reduce a un tal Alonso? Diríase que por razones sicológicas, nuestro cerebro tiende a sobresimplificar, se siente cómodo con una representación escueta de la realidad, es reacio a los distingos y grises.