Las preguntas oportunas brillan por su ausencia

Se levantó un revuelo hace unos días en la profesión a raíz de la noticia de que Target había descubierto que una adolescente estaba embarazada antes que sus mismos padres. En el artículo se explica cómo lo hacen:

[…] identificó unos 25 productos que, cuando se analizaban juntos, le permitían asignar a cada cliente una “probabilidad de embarazo”. Más aún, podía estimar la fecha del parto con una gran precisión, de manera que Target podía enviar cupones de acuerdo con la fase del embarazo.

La noticia ha aparecido en diversos medios (p.e., aquí, aquí y aquí). Incluso ha habido una encuesta en KDNuggets sobre las cuestiones éticas que rodean a esa posible intromisión en la privacidad.

Pero la noticia ha sido presentada desde una óptica prácticamente taumatúrgica, como si Target poseyese una de bola de cristal infalible. Y estoy seguro, casi seguro, me apostaría muchísimo, a que la realidad dista mucho de lo que se ha contado. Y me sorprende que nadie se haya planteado las preguntas adecuadas:

  • ¿cuántas mujeres (¡y hombres!) están recibiendo cupones premamá?
  • ¿cuántas mujeres embarazadas reciben cupones de lociones de afeitado?
  • Y más fundamentalmente, ¿gana dinero Target realmente a través de esos cupones premamá?

Nota: el autor de esta entrada trabajó hace un tiempo en el piloto de lo que se convertiría en el Club Carrefour. Los responsables de la cosa estaban muy interesados en que los cupones se canjeasen. Pero ante preguntas como si se habían planteado la conveniencia de que la gente recibiese descuentos por cosas que tal vez comprasen de todos modos sin descuento y otras similares (que incidían en el problemático desalineamiento entre canjear cupones y ganar dinero)… ¡ponían una cara más rara!