La complejidad de la ley

El otro día publiqué código para bajar el BOE completo. Pero no conté qué me llevó a escribirlo.

El motivo es que, en un tiempo en que andaba menos ocupado que ahora, quise ver si se podía medir la complejidad de la ley. En realidad, la de los textos legales. ¿Debería haber motivo para que estos sean más impenetrables —de serlo— que un manual de Python? En eso consistía ese proyecto en el que acabé no embarcándome.

Vuelvo a lo de la complejidad de la ley. Se ve que en Estados Unidos, la ley, toda la ley, está recogida en un código; es decir, que se compra uno unos tomitos y se la lleva entera a casa. En

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se muestra el lomo de unos cuantos de ellos, los que se refieren a la ley de quiebras. Este código está anotado, contiene referencias cruzadas, etc.

El artículo Measuring the Complexity of the Law: The United States Code de Katz y Bommarito estudia la complejidad del código de los EE.UU. aplicando ciertas métricas (y explica además de pasada en qué consiste eso del código mejor que yo, por supuesto). Aplicarlas al caso español (si es que tal concepto existe y si, de existir, es descargable: ¿algún experto en la sala?) era otro de mis pequeños proyectos aparcados.

Y todo esto me da pie a escribir un par de ideas que me rondan por la cabeza desde hace un tiempo, que desde mi punto de vista son originales (es decir, no he leído en parte alguna) pero, probablemente, no nuevas. Son:

  • Igual que en algunos países se establecen techos de deuda, debería establecerse un número máximo de caracteres que debería ocupar el código legal completo. A falta de una mejor métrica para limitar la complejidad, la longitud total podría servir. Nuestros legisladores tendrían que ocuparse no solo de legislar sino, además, asignar sin dilapidarlos caracteres a las leyes más importantes y no agobiar con letra menuda en el resto.
  • De la misma manera que las leyes entran en vigor en una determinada fecha, deberían tener otra de caducidad. Tal vez dependiendo de su rango. Pero que en una determinada fecha devolviesen al parlamento la totalidad de sus caracteres para su reciclaje.

Y nada más por hoy.