Sentir números, sentir probabilidades
En El hombre anúmerico, J.A. Paulos discute el problema de la visualización (e italizo para indicar que ver no es el fin sino el medio para interiorizar y sentir) números, particularmente, grandes números. Sobre los no excesivamente grandes escribe, p.e.,
To cite some happier illustrations for smaller numbers, the standard I use for the lowly thousand is a section of Veterans Stadium in Philadelphia which I know contains 1,008 seats and which is easy to picture. The north wall of a garage near my house contains almost exactly ten thousand narrow bricks. For one hundred thousand, I generally think of the number of words in a good-sized novel.
Luego discute técnicas para sentir igualmente otras magnitudes mayores. The more personal you can make these collections, the better, insiste.
¿Y con las probabilidades? Pensando al respecto, di con una feliz idea que tiene el concomitante aprovechamiento de encontrarle finalmente un buen uso al puto fúrgol (p.f.).
El p.f. ocurre con la suficiente frecuencia como para poder dar por medio buena la ley de los grandes números y equiparar grosso modo frecuencias y probabilidades. Una adecuada traducción de la probabilidad de eventos contingentes (p.e., la probabilidad de que gane el brexit) a otros balompédicos (p.e., la probabilidad de que gane el Osasuna en el Bernabéu) podría ser útil.
Lo que tal vez se perdiese en precisión (¿pero alguien sabe calibrar la probabilidad de una vitoria del brexit con precisión?) se ganaría en comprensión del concepto mismo de probabilidad: hasta al más obtuso rentabasiquista le consta que el Osasuna puede dar el pelotazo en una venturosa tarde de domingo.
Los matemáticos tenemos el vicio de ascender de lo concreto a lo kolmogoroviamnete abstracto. No obstante, para hacernos entender de la plebe anúmerica y aprobabilística, no nos queda más remedio que reencarnar de nuevo las ideas en concreciones. El puto fúrgol nos lo pone a huevo.