Sobre Madrid Central

[Lamento hacer una entrada que difícilmente encaja con el resto de las que suelo tratar por aquí. Pero son tantos los que preguntan mi opinión al respecto que he optado por redactarlas y contestarles con una url.]

Lo de Madrid Central no se ha notado en absoluto en mi barrio. Ni se notará. Vivo en una de las antiguas APR (áreas de prioridad residencial) de Madrid, que existen desde la noche de los tiempos y que son una especie de mini Madrid Central:

Me enteré de su existencia a primeros de 2009 cuando recibí una multa de tráfico por haber incursionado en la mía con un coche de alquiler con el que quería transportar unos trastos de casa. Así las gasta el ayuntamiento:

Si en los primeros nueve meses de 2015 se contabilizaron 289.000 expedientes sancionadores (26 millones de euros), en 2016 la cifra alcanzó los 402.000 en el mismo periodo (36,1 millones de euros). Este año, ha continuado la tendencia alcista y las multas llegan hasta las 470.000, un 14,4% más (42,3 millones de euros).

El nuevo Madrid Central no es otra cosa que la expansión de esas antiguas APR a una zona más amplia,

más notoria (porque incluye calles principales) y con un funcionamiento similar. Es decir, basado en reglitas sobre quién puede y no puede entrar y un engorroso y burocrático proceso para que los residentes podamos autorizar visitantes (p.e., un electricista que venga en su furgoneta de fuera).

En definitiva, un sistema de racionamiento burocratizado para quien lo use a derechas y punitivo (a razón de 90 euros la transgresión) para quien, a sabiendas o no, lo use a izquierdas. Estilo RDA (para quienes recuerden qué fue la RDA), salvo por las excepciones rosicleres para el chupivehículo eléctrico.

Disminuirá el tráfico (en las zonas que no fueron APR), seguro. Se recaudará más, también. Habrá menos contaminación… puede. ¿Son deseables esos objetivos? Por supuesto (desde mi particular óptica de peatón). Pero, ¿se podría hacer de otra manera? Gente que sabe más de esas cosas que yo opina que sí.

Salvo que yo, de ser rey del mundo, habría añadido la condición de la neutralidad fiscal: todo aquello que se recaudase de más a través de los peajes de acceso al centro por aquellos que voluntariamente quisieran hacerlo, debería devolverse por otro lado bonificando aquellas tasas (p.e., el IBI) que se pagan solo por existir. Por muchos motivos, siendo el menor, aunque no el más irrelevante de ellos, el de endulzar la medida.