Abundancia roja: una miniperspectiva matemática e informática

Este, a mitad de la tarde del día en cuya mañana he debido personarme en el quinto pino cargado de originales y sus correspondientes fotocopias para que una enjuta y adusta funcionaria de una de esas onerosas manifestaciones del estado metiese la entrometida nariz en un contrato firmado libérrimamente por dos mayores de edad en pleno uso y disfrute de sus facultades mentales [pausa, pausa, ¡pausa!], es momento sin igual para minirreseñar

No voy a entrar en las cuestiones políticas, de las que otros, sin duda, saben más que yo. Tampoco en las económicas más de fondo, donde seguramente meteré la pata. Ni siquiera por las estrictamente históricas o documentales: igual no es la mejor fuente para saber cómo era una de esas ciudades científicas en la Siberia de los años 60.

No quiero hacer una reseña al uso, porque otros la han hecho estupendamente.

Recomiendo no obstante este libro a mis lectores como, por una parte, una introducción a los albores de la informática soviética. Uno de sus protagonistas es, de hecho,

Sí, una BESM-2. En una sociedad en las que las decisiones de producción y consumo no estaban descentralizadas en los mercados, era necesario no solo llevar a cabo una contabilidad muy precisa de lo que se producía y lo que se consumía, sino también contar con un sistema que sugiriese asignaciones óptimas. Esa y otras máquinas que la sucedieron constituyeron un precedente precario y rojo de las smart cities, el big data y otras modas de nuestros días.

[Años después, en los 70, Allende trataría de transitar la misma ruta con su simpatiquísimo y apenas conocido proyecto Cybersyn.]

El lector encontrará en el libro descripciones de, por ejemplo, el proyecto de algunos economistas soviéticos liderados por Viktor Glushkov para crear un sistema de ordenadores capaz calcular un plan de producción óptimo que hiciese incluso innecesario el uso del dinero. Supongo que con su data lake y demás cachivaches.

Afortunadamente, en la Unión Soviética había gente más aguda que en las empresas de hogaño y:

And at the same time, gloriously, it was growing clearer and clearer that of all the various reform proposals, only the Akademgorodok group’s was still a contender. A beautiful paper at the end of last year had skewered Academician Glushkov’s hypercentralised rival scheme for an all-seeing, all-knowing computer which would rule the physical economy direct, with no need for money. The author had simply calculated how long it would take the best machine presently available to execute the needful program, if the Soviet economy were taken to be a system of equations with fifty million variables and five million constraints. Round about a hundred million years, was the answer.

Nota: Después de este, voy a comenzar con The People’s Republic of Walmart: How the World’s Biggest Corporations are Laying the Foundation for Socialism.