¿Se encoge el cerebro de los hombres cuando tienen un su primer crío?

Si uno atiende a lo que dicen los medios, diríase que sí. El runrún mediático está motivado por la publicación del estudio First-time fathers show longitudinal gray matter cortical volume reductions: evidence from two international samples al que no tengo acceso ni siquiera oblicuamente (i.e., vía Sci-Hub), pero cuyo resumen traduce ChatGPT así:

Las evidencias emergentes señalan la transición a la paternidad como una ventana crítica para la plasticidad neural en adultos. Estudiar a los padres brinda una oportunidad única para explorar cómo la experiencia de la paternidad puede dar forma al cerebro humano cuando el embarazo no se experimenta directamente. Sin embargo, muy pocos estudios han examinado las adaptaciones neuroanatómicas de los hombres que pasan a la paternidad. El presente estudio informa sobre una colaboración internacional entre dos laboratorios, uno en España y otro en California (Estados Unidos), que han recopilado prospectivamente datos de neuroimagen estructural en 20 futuros padres antes y después del nacimiento de su primer hijo. La muestra española también incluyó un grupo de control de 17 hombres sin hijos. Probamos si la transición a la paternidad implicaba cambios anatómicos en el volumen, grosor y área cortical cerebral, y en los volúmenes subcorticales. Encontramos tendencias superpuestas de reducción del volumen cortical dentro de la red de modo predeterminado y las redes visuales, y la preservación de las estructuras subcorticales en ambas muestras de padres primerizos, lo cual persistió después de controlar la edad de los padres y los niños en la exploración postnatal. Este estudio proporciona evidencia convergente de cambios estructurales corticales en los padres, respaldando la posibilidad de que la transición a la paternidad pueda representar una ventana significativa de plasticidad neuroestructural inducida por la experiencia en los hombres.

No es mi tema, no es mi asunto, no he podido leer el artículo y no creo que jamás lo haga. Pero quiero dejar anotadas unas cuantas cuestiones que tal vez puedan servir de pauta para quien lo haga:

  • ¿En qué condiciones se puede aprender algo de una población a partir de una muestra de 37 sujetos?
  • ¿Qué otros eventos se conoce que pueden provocar variaciones en el volumen cerebral del tamaño de los del estudio?
  • Si a un mismo sujeto al azar le repiten la medición con un intervalo de un mes, ¿cuánto varían los resultados?
  • ¿Varía el volumen del cerebro a lo largo del día? De ser así, ¿cuánto?
  • ¿Cuáles son las causas últimas —o microcausas— de la variación del tamaño del cerebro? ¿De qué manera pueden ser activadas por la paternidad?

Finalmente, y habida cuenta de cómo tachan de carpetovetónicos a los inasequibles a determinados dictados de la ciencia, ¿cómo resolvemos la siguiente aporía?:

  • Por un lado, la ciencia nos dice lo que el artículo reza y los medios recogen.
  • Por otro lado, la ciencia nos advierte también acerca de lo problemático de los resultados causales, del problema de la medición de fenómenos sujetos a variaciones aleatorias, de lo inconclusivos —e, incluso, engañosos— que pueden llegar a ser los estudios de baja potencia y también de los efectos de los incentivos perversos de los facedores de artículos científicos.

Lectores míos, elegid trinchera.