En defensa del futuro del subjuntivo

Compárense las tres frases:

  1. Quien llegue primero a meta recibirá…
  2. Quien durante la carrera caiga al río…
  3. Quien durante la carrera cayere al río…

Las dos primeras son fácilmente comprensibles por el lector de hoy en día. Pero existe una sutil diferencia entre ambas:

  • En la primera, se da prácticamente por seguro que alguien llegará a meta. Debería suceder una catástrofe (¿que todos los participantes se precipitasen en el río?) para que ninguno llegue a meta.
  • En la segunda se atiende una circunstancia hipotética: puede que alguien caiga al río, pero es bastante probable que no le suceda a nadie.

Ese matiz —relacionadísimo con la incertidumbre— es el que recoge la tercera frase si se da por bueno lo que cuentan las gramáticas viejunas. Indica lo que habrá de suceder en el improbable y no necesario caso de que alguien caiga al río.

Desde la perspectiva de estas páginas, donde se ha tratado ya el tema de la relación entre el lenguaje y la expresión de la incertidumbre, es de lamentar que el futuro de subjuntivo haya caído en desuso y que, para más ínri, solo mantenga cierta vigencia en el lenguaje jurídico —quien robare una gallina…—, en la disciplina más letrunda de entre las que más lo son.