Los portátiles, ¿objetos fálicos?
Yo siempre he creído que eso de los portátiles tiene algo de fálico. Ya no gastamos puñal ni espada. Ni escribimos con tachuelas Biba mi dueño en el mango de navajas de valleinclanianas. Pero salimos a la calle con portátiles y los celamos (yo, al menos) como antaño se guardaban de la sucia mano ajena los afilados depositarios de la virilidad carpetovetónica.
He comprado un portátil nuevo y, llevado de fálico exhibicionismo, he decidido que amerita una entrada en la que proclamar que el mío es más pequeño que el de casi todos mis lectores.
De las ventajas y presuntos inconvenientes de estas admirables máquinas diminutas (y de la mía, en particular) hablan otros con más acierto que al que yo podría jamás aspirar. Sólo añadiré que lo adquirí lejos, tiene teclado gringo (que es el que me gusta), un Windows 7 pirata (que cuando arranca en modo protegido está en chino) y que le he instalado la alfa 3 de Xubuntu 10.04 y va como un tiro.
¿Y para esas raras ocasiones en las que hay que freír una CPU? Sobre eso, ya hablé en mi día, aunque en otro foro: por un dólar al día (más euro y pico que me sopla el siempre benéfico Banco de Santander por usar mi tarjeta de crédito en el extranjero) tengo a mi disposición una máquina que envidiaría hasta Gustavo.