¿Vernacularidades? No, gracias

Como sabéis, vuelvo a España. Otro proyecto que termina. Habrá momentos para la nostalgia. Pero también, al menos, dos motivos para autofelicitarme. El primero tiene que ver con todo lo aprendido en estos doce meses.

El segundo, con todo lo que no he aprendido. Soy muy estricto con lo que me interesa y lo que no. ¿Qué me interesa? Aquello que me puede ser útil en otra parte. Al resto de las cosas las denomino vernacularidades y trato de evitarlas. Vernacular, etimológicamente, significa nacido en la casa de cada uno. Pero yo ya tengo una casa, la mía propia, gracias.

De esta manera, R, Linux, Python, Scala, Spark, HTML, etc., sí. Teradata, SAS, detallitos de implementación, etc., no. Inglés y francés, sí; tailandés, urdu, el alemán gutural de Suiza, no. Wordpress, sí. Otros CMS, propietarios o no, no. No, no y no.

Tener un conocimiento de algo es como tener un teléfono: es tanto más valioso cuantas más personas tengan otro. Si no, ¿a quién llamas? Un teléfono, además, oneroso en términos de tiempo y esfuerzo, factores que se traducen en un coste de oportunidad. Habrá quien quiera hacerte incurrir en esos costes. Será alguien que ya tiene uno de esos teléfonos y quiere ponerlo en valor a tu costa. Pues te lo tendrá que compensar. ¿Con creces? A él le interesa más (por los costes hundidos en que ya ha incurrido) que a ti.

Porque el día del ERE, el día en que devuelvas la llave del apartamento y marches para el aeropuerto, si no has sido estricto, tus maletas volverán llenas de cachivaches inútiles.

Addenda: ¿(te) merece la pena aprender la sintaxis nueva del paquete dplyr de R?