El problema de las tres croquetas (o del cuñao [no] envenenao)
Estás comiendo donde tu suegra y te muestra un plato con tres croquetas. Tus espías en la cocina te han informado de que una de ellas contiene dosis letales de estricnina. Eliges una y no te la comes todavía porque ves pasar a tu cuñao, que no sabe nada de lo que pasa, y le invitas a coger una de las dos croquetas restantes. Él toma una, se la come y no se muere.
La pregunta es: ¿te comes la croqueta que has elegido en primer lugar? ¿O cambias de croqueta? (No, no comer ninguna croqueta no parece ser una opción).
Un argumento a favor de no cambiar de croqueta es el siguiente: el problema así planteado es similar al de Monty Hall, que se ha puesto de moda últimamente (véase aquí, aquí, aquí y aquí, todos ellos enlaces de hace unas semanas). Con la diferencia de que quieres evitar que te toque el premio.
Sin embargo, hay una diferencia sustancial. El presentador en el problema de Monty Hall sabe dónde está el premio y, al elegir una puerta, te da información sobre la que ha rechazado. En este, puede argumentarse que el cuñao no aporta información relevante. Entre otras cosas, porque el cuñao no la tiene. Aumenta, sí, la probabilidad de que tu croqueta sea la envenenada (de 1/3 a 1/2). Pero por igual para las dos restantes, la tuya y la que queda en el plato.