Estimar la demanda es como ponerle el cascabel al gato

Alborozábanse los ratones al oír de sus líderes la solución definitiva al problema de aquel gato que los diezmaba inmisericordemente: ¡colóquesele un cascabel!

El problema gordiano del pricing, el cascabel que hay que ponerle a ese gato, es el de la estimación de la curva de demanda. Ahi radica el quid.

Unos lo resuelven con simulaciones que quedan estupendas sobre el papel. ¡Qué fácil es ponerle un cascabel a un gato de madera!

Otros aventuran que la taumatúrgica magia de los arcanos de la econometría nos revelará la forma de la curva de demanda a partir de dos observaciones ruidosas. Un máster en economía entendido como un billete al exterior de la caverna de Platón, donde la verdadera y atemporal curva de demanda fulge.

La pregunta sigue pues abierta: ¿cómo se estima la curva de demanda? ¿Cómo se le pone, en definitiva, el cascabel al gato?