Economía

"Poor Economics": el resumen

Leí hace un tiempo, antes de que concediesen el Nobel a sus autores y porque había oído hablar muy bien de él a un tipo que conozco, Poor Economics.

Es un libro muy deprimente y voy a explicar aquí por qué.

Advierto que escribo de memoria: ni he revisado el libro ni lo que de él anoté para este infrarresumen.

El libro tiene muchas páginas divididas en N+1 capítulos. Los N primeros describen muchos, muchísimos RCTs (¿en el orden de cientos?) agrupados por temas —que si microcréditos, que si redes para los mosquitos para prevenir la malaria,…— en un montón de países. Tienen un denominador común: nada funciona. Todo lo que se ensaya fracasa por los motivos más variopintos.

Por si alguien lo toma literalmente

Escribe Gelman en términos irónicocelebratorios:

OK, we can now officially say that Stan, as an open-source software, has recouped its societal investment.

Apostilla Terry (en los comentarios), por si alguien se lo había tomado literalmente:

Came here to say this.

Review saved $20-$50 billion. Stan was involved in the Review. Therefore, Stan saved $20-$50 billion.

AWOOOOOOOGAH!!!

The economic Klaxon is deafening.

Nope, nope, nope, nope.

Porque siempre hay alguien sin sentido del humor.

Rebelarse vende

Tales son las circunstancias de los tiempos que nos ha tocado vivir que muchos de quienes trabajamos en ciencia de datos, querámoslo o no, nos dedicamos a vender cachivaches. De ahí que recomiende la lectura de

un librito con muchas posibles interpretaciones pero que da en el clavo en muchas. O tal opino yo.

Nota: muchas cosas han cambiado desde que se publicó. No sé si es bueno leer esto antes o después que el libro.

Causalidad y desigualdad

Ni imaginar podéis hasta dónde me tiene lo gratuitamente con que muchos dan por hecha una relación causal entre desigualdad (economómica) y cualquier miasma social.

Yo creo que es que pocos leen cosas como estas (muy recomendable). Y sobre todo porque sale gratis mencionar el nombre de la sacrosantísima causalidad en vano. Con el peligro de que tal vez queramos invertir recursos en remediar el problema raíz y nos demos cuenta al conseguirlo de que, oh, no lo era realmente.

El día del oxímoron

Han aparecido dos artículos publicados en prensa hoy, en el mismo día:

Tengo más comentarios que hacer que tiempo para escribirlos, así que dejo que cada cual saque su propia conclusión.

Hay algo podrido en la microeconomía normativa

Para el normativista (economista o no), lo importante no es como son las cosas sino cómo deberían ser.

En Temporalidad: ¿buenas intenciones con malos resultados? viene a decirse que:

  • La temporalidad laboral es intrínsecamente perversa.
  • Que hay que desincentivarla de alguna manera (p.e., encareciendo los contratos temporales mediante penalizaciones fiscales)

Normativismo at its best. Yo no sé cómo son las cosas. De hecho, siempre espero que gente como los autores del artículo me las expliquen, que describan antes identificar problemas y proponer soluciones. Pero aun sin saber cómo son las cosas, sé cómo son mis cosas.

Homo politicus < IQ < homo economicus

Lo del homo economicus ya no está de moda. Ahora pega más fuerte lo del homo politicus (y otros homos caracterizados por actuar como quien no completó el bachillerato con aprovechamiento).

No obstante, parece no todos los homos son iguales: unos se parecen más al economicus; otros, al politicus. Y ahora parece que el coeficiente intelectual tendría algo que ver con eso.

Nota: encuentro ridículas las críticas a la economía (particularmente, a la microeconomía) basadas en su acreditada incapacidad para predecir el comportamiento humano por su tendencia a alejarse del esperado en un homo economicus. No, no va de eso. No va de predecir el comportamiento humano. Para eso ya tenemos otras disciplinas ad hoc. Va de cómo un agente racional descubre en otro que lo es menos un imbécil al que separarlo de su dinero.

Un acto fallido: la pregunta sigue, pues, abierta

Jot Down es una publicación recomendable. Aunque frecuentemente peque de a lo que tienden las publicaciones de letras (en el sentido menos amable del término): que prime el escribir bonito sobre la sustancia, el argumento y su coherencia.

El artículo que motiva este se anuncia como Especulación inmobiliaria, tradición centenaria y recoge tres episodios (¿anécdota? ¿categoría?) bien conocidos pero florida y amenamente descritos:

  • El del duque de Lerma a principios del XVII.
  • El del marqués de Salamanca, en el XIX.
  • El que se deriva de la ley del suelo de 1998.

Se habla abundantemente de los aspectos negativos de los tres (recuérdese: de letras). Al tratar el último, el más interesante en términos efectivos, se arrima pero no llega a plantear (y, por supuesto, tratar de dar respuesta a) la pregunta más obvia. Es algo así como si en una película de intriga, en los últimos minutos, tras la escalada de la tensión, en lugar de resolver el misterio e identificar y detener al asesino, cambiase súbitamente el género y una horda de zombis se comiese el cerebro de todos los implicados.

¿Inmigración cualificada en España? Pues va a ser que no

Hace unos años, una empresa Suiza se puso en contacto conmigo, nos gustamos mutuamente y allá que me fui a teclear como empleado suyo. Pero supongamos que una empresa española se pone en contacto con un estadístico de Senegal, se gustan mutuamente y se lo quiere traer. ¿Puede?

NO, NO, NO, no puede. No le dejan.

Porque para que el estadístico senegalés pueda trabajar, por ejemplo, en Albacete, hace falta que la profesión de estadístico aparezca en el Catálogo de Ocupaciones de Difícil Cobertura de Albacete. Si no aparece en la lista, solo pueden contratarse estadísticos comunitarios (o suizos).

Sentido de la proporción

Es el segundo de los síntomas de naïveté económica discutidos aquí. Que, por supuesto, no se circunscribe a discusiones de naturaleza económica. Recomendadísimo.

¿Qué hay de malo en gorronear investigación básica?

El artículo Endogenous Technological Change de Paul Romer (nóbel de economia de este año) ofrece algunas pistas sobre la relación entre investigación (o I+D o como quiera llamarse) y desarrollo económico. En él se lee (con mi subrayado):

Rivalry and excludability are closely linked because most rival goods are excludable. (A parking space in a shopping center parking lot is an example of a good that is effectively nonexcludable because the cost of enforcing excludability is too high relative to the value of the good.) The interesting case for growth theory is the set of goods that are nonrival yet excludable. The third premise cited in the Introduction implies that technology is a nonrival input. The second premise implies that technological change takes place because of the actions of self-interested individuals, so improvements in the technology must confer benefits that are at least partially excludable. The first premise therefore implies that growth is driven fundamentally by the accumulation of a partially excludable, nonrival input.