¿Cómo ha evolucionado la altura media de los animales del zoo de Madrid en los últimos años?

Antes de explicar el por qué del título de la entrada y justificarla propiamente, permítaseme mostrar esto:

Es una gráfica que muestra la evolución de la altura media de los españoles durante el último siglo, aprox. Los datos son coherentes con la evidencia que muchos tenemos al recordar cómo eran los amigos de nuestros abuelos, los tamaños de las camas de antaño, la altura de las puertas y techos de las casas de pueblo, etc. De los museos antropológicos siempre saco la misma sensación: esa gente era enana, carajo.

Ahora bien, ¿qué pasaría si se mostrase una gráfica con la evolución de las alturas promedio de los animales del zoo de Madrid? Todos nos lo imaginamos de antemano: cualquier cosa. En concreto, no mostraría ningún hecho de relevancia zoológica; más bien, a lo sumo, cosas como la proporción relativa de jirafas con respecto a microbichejos.

Dicho lo cual, entro propiamente en materia, que es la exégesis de estos dos gráficos:

Que no merece la pena recalcar que se parecen mucho más a la evolución de las alturas de los animales del zoo que a la de los españoles. Y que, bien mirado, aportan tan poca información sobre el fenómeno que presuntamente se desea medir como el primero.

Recuérdese, sin mir más lejos, aquella entrada del blog de 2013 en la que se lee:

Leo en Revolutions cómo dicha mediana [la de los salarios en EEUU] ha crecido un 1% anualmente desde el 2000. Pero, a la vez, la mediana ha descendido en cada uno de los grupos definidos por el nivel de estudios (sin, bachillerato, universitarios, etc.).

Esas gráficas en las que no se tiene en cuenta lo que los economistas llaman efecto de composición y otros paradoja de Simpson, son oscurantistas: confunden más que aclaran. Porque, entre otras cosas, el mercado laboral en España ha cambiado muy significativamente en los últimos 20 años. Por ejemplo, y a bote pronto,

  • Muchos sectores se han mecanizado, reemplazando empleos de cuello azul por empleos de cuello blanco.
  • La banca ha cerrado oficinas y ha contratado informáticos.
  • En los periodos centrales del periodo 2000-actualidad llegaron a construirse 850k viviendas al año que se quedaron en 30-40k como consecuencia de la crisis (la otra).

Etc. Además de otros factores relativos a la autoselección de los sujetos, como el hecho de que los datos no recojan los ingresos de los autónomos (y existe un flujo contante entre empleos por cuenta ajena y propia que, precisamente, favorece el tránsito al segundo sector a quienes podrían tener salarios más altos) o ignoren que quienes son empleados de una sociedad limitada propia pueden fijarse un salario que pueda no tener mucho que ver con sus verdaderos ingresos.

[Y todo lo anterior, suponiendo que se han integrado convenientemente en las cifras globales el efecto de los trabajos a tiempo parcial, las horas extras, etc.]

Existe una tradición ultraviejuna y reaccionaria en el estadística, prácticamente desoída desde el XIX y cuyos ecos apenas resuenan hoy en día en algunas covachuelas de la llamada escuela austríaca de economía, recelosa de extender los métodos de las ciencias duras —química, astronomía, etc.— al ámbito de las ciencias sociales. Tuvieron cierto predicamento durante el siglo XIX y está asociada a nombres como Cournot o Keverberg que, en el fondo, no tenían claro eso de sumar peras y manzanas. Sus advertencias quedaron sepultadas por los bríos de esa nueva metodología que la estadística traía a las ciencias sociales.

Pero advierto cierto renacimiento de su escepticismo en esa escuela antimarginalista que no se contenta con un efecto medio o una media de objetos heterogéneos, que se niega a razonar sobre ellos y que se interesa por lo que las descomposiciones —breakdowns— revelan.

Ojalá envejezcan mal, pues, esas imágenes que hoy traigo.

Coda: Esta entrada justifica un tuit que hice el otro día al hilo de esas imágenes y en la que tal vez quedé como un troll sin otro afán que el de terciar sin causa. Con esto, espero, me explico y, en definitiva, redimo.